AURIGA MARIS
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La Crónica de Auriga Maris

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Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:31 pm



Dewydd ocupa el puesto de Cronista

Sábado, 8 de Mayo de 1220 AD . 1359 AA.

Yo, Dewydd ab Glydwr ex Miscelanea, nacido en el Valle de Conwy hace veinte estíos, he sido encargado, a mi llegada a la Alianza de Auriga Maris de la transcripción de la crónica de los sodalis y sus hechos, de sus obras y sus viajes.

Es mi intención, antes que nada, transcribir los textos que mi predecesor en esta tarea, William de Chelmsford, seguidor de Bonisagus, dejó preparados. De modo que tendré que remitirme a unos meses atrás en la transcripción del cronicón.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty En Ruta hacia Riga

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:31 pm



Martes, 25 de Marzo del Año de Nuestro Señor de 1220, día de San Ermelando, Año de Aries de 1359.

Mi nombre es William de Chemlsford, Seguidor de Bonisagus, filius Erconwaldus, Doctor por la Universidad Real de Oxford, exiliado y alejado de mi amada esposa, a quien Dios proteja.

Resido en la lejana y misteriosa isla de Storskäret, en el frío mar del Báltico, en un oscuro ponto tan helado que, en el invierno, podría caminarse de un extremo al otro. Aunque en realidad no vivo en esa isla, sino en un barco que es la nave capitana de una flotilla que tiene su base allí. Nuestra alianza decidió aprovechar una serie de golpes de fortuna para convertirnos en una alianza itinerante.

Nuestro grupo, formado por Ofelia ex Bjornaer, Anwynn ex Merinita, Ingvar ex Miscelanea y Pérle ex Flambeau además de un servidor buscaba una localización para instalar una sede en la que proseguir nuestros estudios. Fue mientras navegábamos por la costa danesa cuando nos topamos con una flotilla de tres cocas varada en un banco de arena. Sus tripulantes habían muerto, suponemos que, de inanición o por la tempestad que arrastró a este punto a las cocas. Una de ella era tan grande, que decidimos que sería ideal para que montásemos en ella nuestras sanctas. De modo que, mis sodales y yo, las llevamos a Marmo y allí alistamos nueva tripulación y las reparamos.

Por motivos logísticos, y ante la duda de que alguien las reclamase, buscamos un punto lejano y seguro, lejos de ojos curiosos, en el norte del mar Báltico, y en ese lugar creamos una pequeña base, donde poder hacer ajustes y reparaciones. Luego, tras pasar allí el invierno, nos echamos a la mar, puesto que necesitamos mejorar nuestros recursos, nuestros límites de conocimientos y nuestro poder.

En estos momentos vamos en dirección a la ciudad de Riga, en Livonia, una tierra que está siendo conquistada por los Caballerios Livonos de la Espada, una orden militar eclesiástica. Nuestra intención es comerciar con las ciudades por las que pasemos, entre las cuales, llevar productos para conseguir recursos mundanos. Y, evidentemente, también por las alianzas costeras, para así obtener recursos y conocimiento, así como los contactos que toda alianza debe tener.

Serán años difíciles, años de sacrificio. Sin embargo, serán años emocionantes y de aventura. Y como dijo san Ambrosio, no todo se puede aprender de los libros.

Que san Ambrosio guíe nuestras naves a buenos puertos.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty La Isla en la Niebla

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:32 pm



Miércoles, 6 de Abril del Año de Nuestro señor de 1220, día de San Waleric, AA 1339

Continúa nuestro periplo marino.

Tras haber pasado por Riga y la fortaleza teutónica de Labiau, pusimos rumbo hacia Critera, Domus Magna de los Bjornaer. Sin embargo, tuvimos un encuentro extraño durante el viaje. En una noche niebla espesa como un puré casi perdimos el rumbo. La flotilla decidió detenerse, para evitar accidentes o el perder naves. La Odin en el centro, rodeadas por la Týr, la Njord y la del capitán que nos llevó por la costa danesa, que es ahora miembro de nuestra comunidad marina. Sin embargo, por la mañana descubrimos una isla a estribor, es decir, al norte de nuestra posición. Dado que nuestro cartógrafo decía que no conocía ninguna isla allí, decidimos investigar. Desembarcamos y caminamos por los bosques de coníferas de la isla. No encontramos huellas humanas, pero sí un sendero. Lamentáblemente, durante el lanzamiento de un sortilegio, la magia se me descontroló y me cegó. Doy gracias al Todopoderoso de que la ceguera fuese temporal, puesto que se me despejó la visió cuando se puso el sol.

Mientras el sodalis Pérle me llevaba de nuevo a la Odín, los otros prosiguieron la exploración. Por lo visto, encontraron un altar pagano y cazaron un ciervo, pero no encontraron nada más. Al volver a nuestro barco, sucedió algo extraño. Un gran cuervo se posó en la cubierta de la Odin y, luego, se transformó en una mujer. Era una pagana del norte, que no hablaba más que la lengua bárbara de su gente. Yo no la comprendí pero, según nos dijeron, nos advirtió de la ira de un "padre de los hermanos" y algunas otras cosas incomprensibles. Luego, volvió a adquirir aquella forma y desapareció hacia el norte.

Durante la noche, mientras algunos descansábamos, varios sodales intentaron llegar a la isla de nuevo, en una chalupa, pero esta se antojaba todo el tiempo inalcanzable y, por más que intentasen llegar hasta ella, la isla siempre parecía igual de lejana. Y al amanecer, la isla había desaparecido en otro banco de niebla. Misterios del mar.

Quiera san Telmo que nuestra travesía no atraiga la mirada de los viejos dioses paganos en nuestra contra.

William de Chelmsford Seguidor de Bonisagus.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty Lobos y Gatos en el Mar del Norte.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:32 pm



22 de Abril del Año de Nuestro Señor de 1220, día de San Apeles de Esmirna. AA 1359.

Escribo esto con gran dificultad. Mis heridas son frescas y mis daños graves, pese a la intervención del médico de la alianza, un físico diestro, pero cuya ciencia mundana es limitada. Porque estoy en estas condiciones es el motivo de este relato.

En Critera llegamos a buenos acuerdos con los Bjornaer. Entre otras cosas, se nos pidió que fuésemos a buscar a un compañero suyo, un sodalis llamado Félix, que se había retirado años ha a las lejanas y norteñas islas Feroe, en el Reino de las Islas. Dado que nuestra ruta no era urgente hacia otros lugares, decidimos poner proa hacia allí.

En el camino fuimos atacados por una embarcación de paganos. Sus poco iluminadas mentes debieron pensar que las nuestras eran fáciles presas. Tampoco tenían que tener mucha vista, porque obviaron las balistas que portábamos. El combate fue breve y su embarcación, hundida. Matamos a más de la mitad de los piratas, y capturamos cuatro decenas, de las cuales, vendimos a veinticinco en los mercados de Torshavn y dejamos a quince unirse a nuestra marinería.

Después, pusimos rumbo a la isla en la que se suponía que encontraríamos al bjornaer, quien podría haber entrado ya en el Crepúsculo, por lo que sabíamos. Una vez en la isla, no encontramos rastro del bjornaer, pero sí un gato grande. Visto que nos habían dicho que Felix adquiría la forma de tal bestia, intentamos contactar con él, pero fue en balde. Le perseguimos hasta una cueva en la costa, de muy difícil acceso.

Pensando que allí encontraríamos al sodalis, penetramos, pero sólo estaba el gato. Sin embargo, sucedió algo extraño. Uno de nuestros capitanes comenzó a hablar y a comportarse como si fuese Félix, aunque desquiciado, amenazándonos. Transformó al gato en una bestia grande cual leopardo que nos atacó, y su magia nos agredió. Hubo muchos heridos, entre ellos, yo, que casi morí, antes de que pudiésemos detenerle. El gato volvió a su forma natural cuando el poseído capitán cayó inconciente. Volvimos a la Odín, llevando con nosotros cuanto pudimos, para llevarlo a Critera, si bien, también trajimos con nosotros las terribles heridas, pero sin saber qué sucedió exáctamente con Félix.

Dado que vamos a pasar por Londres en nuestro periplo hacia el sur, he pedido a mis sodales que me dejen allí. Iré a Cambridge, donde se dice que hay una alianza de la Orden, Schola Pytagoranis. Allí me repondré de mis heridas y volveré a mis estudios así como al calor de mi esposa.

William de Chelmsford, Seguidor de Bonisagus.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty Las Columnas de Hércules.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:32 pm


4 de Julio de 1220 AD. 1339 AA

Retomo esta noche nuestra crónica. He sido acogido en esta alianza sin un entusiasmo excesivo. El ser Ex Miscelanea no te otorga demasiado respeto y yo tampoco me hago notar, por mi propio bien.

De este modo, estoy en un navío grande como una ballena. Mi camarote es muy grande, al menos comparado con el barco con el que crucé el Canal hasta Francia, en el cual dormí en la cubierta como si fuese un rollo de cuerda. La vida a bordo es algo incómoda. Siempre hay ruido, todo se mueve y, aunque ya me he acostumbrado, me mareo a veces. No me gusta el mar. Me siento mejor en los bosques.

Mis sodales son diversos y extraños, como se dice de muchos de nuestra Orden. Ingvar ex Miscelanea es un bárbaro del norte, ya algo viejo, que habña de manera tosca y carente de gracia. Se queja mucho y es diestro en las ciencias de los Elementos. Debería decirse que al ser de la misma casa tenemos cosas en común. No las tenemos. Anwynn, el merinita, es más agradable. Paisano mío, solemos hablar en la lengua de nuestros padres, con lo que uno se siente más cómodo. Sin embargo, como todos los seguidores de Merinita, es extraño y extrafalario. Su sangre no debe ser del todo humana, puesto que sus ojos son exóticos, misteriosos y sus maneras y su magia también.

Ofelia es la Bjornaer. Pasa gran parte de su tiempo transformada en lo que se llama una orca, que es una ballena con dientes y nadando en el mar abierto, incluso en las aguas frías. A parte de eso, se encierra mucho en su sancta y no la vemos demasiado.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty Al sur.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:33 pm



23 de 1220 AD. 1339 AA Beltaine

Retomo esta noche nuestra crónica. He sido acogido en esta alianza sin un entusiasmo excesivo. El ser Ex Miscelanea no te otorga demasiado respeto y yo tampoco me hago notar, por mi propio bien.

De este modo, estoy en un navío grande como una ballena. Mi camarote es muy grande, al menos comparado con el barco con el que crucé el Canal hasta Francia, en el cual dormí en la cubierta como si fuese un rollo de cuerda. La vida a bordo es algo incómoda. Siempre hay ruido, todo se mueve y, aunque ya me he acostumbrado, me mareo a veces. No me gusta el mar. Me siento mejor en los bosques.

Mis sodales son diversos y extraños, como se dice de muchos de nuestra Orden. Ingvar ex Miscelanea es un bárbaro del norte, ya algo viejo, que habla de manera tosca y carente de gracia. Se queja mucho y es diestro en las ciencias de los Elementos. Debería decirse que al ser de la misma casa tenemos cosas en común. No las tenemos. Anwynn, el merinita, es más agradable. Paisano mío, solemos hablar en la lengua de nuestros padres, con lo que uno se siente más cómodo. Sin embargo, como todos los seguidores de Merinita, es extraño y extrafalario. Su sangre no debe ser del todo humana, puesto que sus ojos son exóticos, misteriosos y sus maneras y su magia también.

Ofelia es la Bjornaer. Pasa gran parte de su tiempo transformada en lo que se llama una orca, que es una ballena con dientes y nadando en el mar abierto, incluso en las aguas frías. A parte de eso, se encierra mucho en su sancta y no la vemos demasiado. Pérle ex Flambeau también es raro. Tiene gustos poco habituales, lo cual no me ofende, como pasa con los cristianos, que a todo ponen pegas. Prefiere la compañía de sus iguales antes que de ellas, lo cual no digo que no me sorprenda de un Flambeau, que tienen fama de aguerridos. Aunque es de carácter amable, tiene momentos en los que se denota a la Casa a la que pertenece por lo que intento no tratar demasiado con él para no atraer su ira.

Se supone que hay otro sodalis, un tal William ex Bonisagus, pero desembarcó en Inglaterra antes de que yo subiese a bordo en Francia.

Además del barco grande en el que vamos nosotros, hay tres barcos más. Tanto los marineros como los soldados y sus capitanes son gentes del Norte, creo que mayormente paganos. Eso es más agradable para mí, por supuesto. Según me han dicho, aprovechan para comerciar, pero sospecho que también hacen pillaje y pirateo. Todas las naves están bien armadas y con mucha soldadesca de aspecto brutal y peligroso. De todas maneras, y dado lo peligroso que es la mar oceana, es mejor estar bien preparados. Pocos y locos serán quienes asalten cuatro navíos bien pertrechados y armados.

Mi laboratorio da pena. Está hecho un desastre. Falta material y componentes. Al menos, tenemos una buena biblioteca, en la que los libros mundanos no abultan a penas. En mi cámara entra la luz por una pequeña poterna, pero siempre podemos subir al aire libre de cubierta si el tiempo lo permite.

Ahora vamos hacia el sur. Hemos estado ya en Burdeos, donde hemos comprado vino, según me han dicho, para Critera. Navegamos el Golfo de Vizcaya y las montañosas costa de los Reinos Hispánicos hasta girar por Finisterre. Ahora vamos hacia el sur, tras pasar por Oporto. Me han explicado que allí compraremos aceite, también para Critera, aunque no sé si iremos directamente o pasaremos hacia el Mediterráneo primero.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty De lobos y sarracenos.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:33 pm



4 de Julio de 1220AD 1359 AA.

Aunque estoy cansado y quisiera dormir ya, he pensado que los hechos que hemos pasados estos últimos días, bien merecen un esfuerzo.

Salimos de Lisboa hace aproximádamente una semana. Los magi decidieron que fuésemos hacia el Mediterráneo, a busca fortuna. Así que fuimos hacia el sur hasta rodear el que Estrabón llama el Cabo Sagrado y, según él, no es el punto más occidental de Europa, sino de todo el mundo habitado por los hombres.

Ya, al poco de salir, comenzaron los problemas. Anwynn intentaba transformar la imagen de nuestros navíos en los de navíos de aspecto sarraceno. Pero los caprichos de su magia merinita hacía que uno de los barcos tuviese un aspecto cada vez más extraño. La primera vez, este barco tenía aspecto de estar dañado, lo cual no es que fuese preocupante. Lo fue después.

Esquivando los navíos que frecuéntemente navegaban en la zona costeradel Reino de Niebla y el Golfo de Gades, que los infieles llaman Qādis'. Sin embargo nuestro navío rebelde a la magia de Anwynn aparecía cual una piedra gigantesca que se desplazaba.

Fue al intentar cruzar el estrecho conocido como Las Comunas de Hércules cuando las cosas se complicaron. Si bien el tiempo amenazaba cambiar, sucedió algo fantástico. Unas columnas veíanse sobre las lomas de cada montaña a uno y otro lado del Estrecho. Dos, como las columnas que dan nombre al lugar, según me explicaron, pero desaparecieron justo cuando un rayo cayó en el agua a pocos cientos de pies delante de las proas de nuestras naves, dado comienzo a una tempestad brutal como jamás había visto. Y por lo visto no fui el único, porque a todos les asombró y asustó.

Visto que no era posible avanzar, nuestros capitanes intentaron llevar los navíos hasta una cala. Sin embargo, su pericia rivalizaba contra la fuerza de la tormenta. Nuestra formación se deshizo y uno de nuestros barcos fue dañado contra las rocas. Ofelia consintió llevarme en su lomo estando transformada para poder alcanzar la nave dañada y ayudar en las reparaciones. Así que hubo fortuna de que pudiese cerrar la vía de agua.

Finalmente nuestros barcos consiguieron embarrancar en una playa de arena blanca, ahora barrida por las olas y el viento, lo que sirvió de refugio hasta que pasó aquella tormenta extraña y poderosa.

Al día siguiente, y vigilantes de que los infieles nos hubiesen visto, procuramos sacar nuestras naves dañadas. Con ayuda de nuestra magia aunque no sin percances, conseguimos salir de nuevo a alta mar. Sin embargo, la magia merinita seguía decidida a causarnos problemas, puesto que en vez de parecer una embarcación mora, uno de nuestros barcos tenía la semblanza de un gigantesco tiburón.

Ya fue inevitable. Todas las gentes de las localidades costeras por las que pasábamos nos observaban asombrados y d'aquesta guisa, cruzamos finalmente las Columnas de Hércules, aunque no veíanse ninguna columna ni a estribor ni a babor.

La cosa se complicó más si cabe con la apariencia de nuestros barcos cuando al día siguiente, en lugar de tiburón, la Njord tenía el aspecto de un gigantesco lobo nadando. Fue, por tanto, inevitable que, al pasar el día, nos intentase dar alcance una flota mora llena de infieles armados. Por suerte, la magia de Anwynn fue en provecho, transformando en un dragón rugiente la imagen de uno de los navíos moros. Y pese a que repitió esto en una siguiente ocasión, dos barcos insistían en darnos alcance.

Ya anochecidos, intentamos acercarnos a tierra, pues corríamos el peligro de perdernos en aquellos mares y aparecer donde Circe embrujó a Ulises, pues el mediteráneo alberga antiguas y misteriosas magias. Al abrigo de la noche, invocamos con la ayuda de un libro una poderosa orca, que Ofelia se ocupó de agrandar y de ordenar que nos portase hasta las naves moras al maestro Pérle y a mí. Allí, usando el fuego del Flambeau y transformando yo los tablones del casco de su barco en manzanas para causar una inmensa vía de agua, hundimos ambas embarcaciones. Pese a que nos lanzaron flechas y saetas, mi magia evitó que ninguno de los dos saliésemos heridos y volvimos sanos y salvos a nuestro navío, donde ahora escribo estas palabras.

Espero que en breve podamos abandonar estas aguas infectadas de bajeles musulmanes y lleguemos de nuevo a civilizadas tierras cristianas, puesto que nuestro objetivo primero es la ciudad de Barcelona. Esperamos poder reparar allí nuestra flota antes de continuar camino.

Dewydd ex Miscelanea, hijo de la Naturaleza.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty Cantos de sirenas.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:33 pm





7 de Julio de 1220 AD, 1359 AA.

Según me han dicho, faltan pocas para llegar a un puerto cristiano llamado Barcelona, en el Reino de Aragón. Con ello habremos pasado nuestro periplo por las aguas sarracenas. Y le doy gracias a Llyr y a sus hijos por dejar atrás esos mares, que a fe mía será la primera vez que me alegre de ver una ciudad de cristianos.

Te preguntarás, lector, el porqué de tanta desazón. Nuestra odisea marina por las aguas de infieles ha sido cansada y, como colofón, hemos encontrado un mayor peligro si cabe.

Al día siguiente de librarnos de los últimos perseguidores, apareció una nueva flota de sarracenos a nuestras espaldas. Tuvimos que recurrir de nuevo a nuestra magia para escapar sin tener que luchar contra la innumerable armada que nos intentaba dar acecho. Mientras Ingvar aumentaba el poder del viento en nuestras velas, yo tocaba el agua, creando una gran extensión de espesas y enredosas algas. Anwynn transformó algunas de ellas en muy inflamables, pese al agua. Luego subimos de nuevo a la cubierta. Al rato, nuestros perseguidores entraron en la zona, enlenteciendo su paso, enredándose en las quillas y en los timones, haciendo ingobernables sus bajeles. Entonces, Pérle, con su fuego, prendió la zona que Anwynn había transformado y el fuego prendió una de las naves moras. Así, finalmente conseguimos dejarles atrás, de manera definitiva.

Ya pensamos que lo peor había pasado y pusimos proa al norte, esquivando las ciudades musulmanas de Denia y Valencia. Pero aún algo iba a pasar.

Mientras estudiábamos una tarde, algunos de nosotros escuchamos una música, un canto maravilloso y fascinante. Tanto que nos obnubiló a muchos de nosotros, a casi todos de tal manera que intentamos poner proa hacia el lugar de origen que resultó ser un escollero, una serie de piedras afiladas y pequeños islotes rocosos y deshabitados. Tanto era nuestro empeño que algunos saltaron al agua, como la propia Ofelia.

Suerte de Pérle y de Ingvar, quienes no cayeron en el embrujo del canto. Una de nuestras naves chocó haciéndose una vía de agua todos hubiésemos seguido su suerte si ellos no nos hubiesen despertado, con tanto ímpetu que incluso Ingvar se desmayó por los esfuerzos y Anwynn resultó herido. El merinita consiguió cambiar la música malévola en cantos inofensivos de pájaros. Luego, intentamos marchar de allí, pero descubrimos que Ofelia estaba en el mar, grávemente herida. Intentamos protejerla, puesto que vimos como los marineros que habían saltado al mar, desaparecían arrastrados a las profundidades por misteriosas manos. Ofelia saltó hacia nuestro barco, pero debilitada, chocó contra los maderos. Por suerte, la magia de Anwynn hizo que las sogas del barco evitasen que cayese de nuevo a las mortales aguas y yo, la empujé hacia la cubierta con una columna de algas.

Así pues, esta noche, intentamos descansar y recuperar las heridas. Otros muchos, entre quince y veinte de nuestra marinería, no verán nunca más costa, puesto que perecieron en las profundidades.

Según Anwynn, aquellos seres serían algún tipo de malévolos seres de la Buena Gente, sirenas, ninfas o algún ser similar de música que embruja a los que la escuchan, atrayéndoles hacia las afiladas piedras para hundir sus barcos y ahogarles en las negras aguas.

Ansío por llegar al puerto con el sol de la mañana, de la tarde o lo que sea y olvidar este terrible episodio.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty Discreción y maravedíes.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:34 pm



Día 10 de Julio de 1220 AD 1359 AA

Esta noche aprovecho que están sacando gran parte de las mercancías de la Odín y hacen ruido velando mi sueño para hacer esta crónica.

Ya nos vamos de Barcelona. Es una ciudad hermosa, su cielo azul brillante cae sobre los grandes campanarios que asoman tras los muros de la ciudad. Llegamos sin más incidentes, sin embargo el calor del sol se hace sentir. Algunos marineros presentan rojeces dolorosas en su piel que, en la medida de nuestras posibilidades, vamos intentando paliar.

Esta ciudad es la importante capital de un condado muy relevante, en estas tierras cristianas. Su joven conde, a la sazón rey de una serie de diversos territorios en Iberia ha poco que ha sido declarado mayor de edad y guerrea con señores feudales tierra adentro. Barcelona se ve como una urbe muy animada en lo comercial y llena de prósperos negocios. El puerto tiene naves de muy diversos pabellones,. aunque la llegada de naves grandes del norte como las nuestras ha llamado la atención.

Gordakus, el mercader que viene con nosotros, ha empezado a hacer negocios en cuanto ha podido tocar tierra con la chalupa. Luego nos ha conseguido un traductor. Sin embargo nos ha traído más problemas que arreglos, porque su latín era pésimo y nadie de nuestros barcos habla la lengua de aquí, que si bien se asemeja al francés, es más música, menos áspero... yo diría que más latino incluso.

Con la "ayuda" de nuestro guía comenzamos nuestros andares por la ciudad. Los barceloneses son gente de rostro amable, de mirada despierta. Se ve que es una urbe floreciente y un importante núcleo de comercio. No por menos es una de los principales mercados costeros de este lado del Mediterráneo, según se me ha explicado. Su piel es morena, y el cabello es de varios tonos castaños que van del muy claro hasta el muy oscuro. A mí me recuerdan a franceses también en estas cosas, aunque sus ojos son más oscuros.

La ciudad... ¿qué puedo decir? A mis ojos todas las ciudades son muy semejantes, carentes de la conexión con la naturaleza, violando gran parte de los ritmos de la vida con sus propias armonías internas. Demasiadas iglesias, también, y mucho sacerdote. La catedral fue el primer sitio al que fuimos. Es una iglesia grande, de gruesos muros y un campanario de ocho lados frente a una plaza amplia donde hay un mercado y gente que se entretiene viendo juegos.

Habíamos desembarcado el Maestro Pérle, Anwynn y yo. Sabíamos que intramuros de la ciudad había una alianza, sin embargo no conocíamos donde ni como encontrarla. Pensamos en preguntar en la catedral por "eruditos". Sin embargo el sacerdote que nos respondió nos mintió, diciendo que no había nada así además de la Escuela Catedralicia. No sé si era el sol, el ambiente opresivo de la iglesia o el ruido de tanta gente, pero a mí ya me daba dolor de cabeza.

Probamos con la Schola, sin embargo, no resultaron de mucha ayuda. Los tres magísteres que encontramos nos indicaron que había un grupo de "sabios" que aconsejaban al virrey. Un virrey debe ser como un sheriff, supongo. Así que fuimos al palacio del virrey, no muy lejos, porque estas gentes ponen todos los edificios importantes los unos cerca de los otros.

Aquí quedó ya patente que de lo único que servía nuestro traductor era para enseñarle cuatro palabras en la lengua de los catalanes - que es como se llaman los habitantes de este principado conocido como Cataluña - al Maestro Anwynn, porque los guardias con los que intentamos hablas, incluso se mostraron algo hostiles.

Por suerte yo tuve una idea. Regresé a la Schola y busqué a un estudiante que estuviese solo y le ofrecí plata a cambio de que nos hiciese de traductor, porque antes me cercioré de que hablase bien latín. De modo que despedimos al otro y nos fuimos con este, el cual sabía de estos "sabios" y nos condujo a su casa, en una torre extramuros, cerca de un monte cercano llamado Mont-Juic o algo así. Conseguimos entrar, alegres, puesto que pensábamos que habíamos encontrado a sodales, sin embargo cual fue nuestra decepción al descubrir que no eran más que farsantes, de esos que se llaman a sí mismos "sabios" y no son más que bufones. Un astrólogo, un cleromántico y un viscerólogo o al menos esas fueron sus palabras. No. Sólo nos parecieron fantoches y, desde luego, no eran magos.

Finalmente nos rendimos y regresamos a la ciudad a comer y a resguardarnos del inclemente sol estival que cae sobre estas tierras.

Tras nuestro descansos, decidimos dar una última vuelta por las calles de la ciudad, por si tuviésemos la suerte de encontrar alguna señal o algo así. Curiósamente, nuestra suerte fue diferente. No fuimos nosotros los que encontramos sino ellos los que nos encontraron a nosotros. Descubrimos que un hombre nos seguía y, como aguerridos hombres del norte que somos Anwynn y yo (en nuestra patria no nos llaman "gente del norte", sino "gente de aquí", pero el "aquí" de allí es el norte aquí...) decidimos encararnos a él. Resultó ser un enviado de la Alianza, que nos indicó el lugar donde se encontraba. Nos dimos cuenta de que el traductor nos había entendido así que decidimos contratarle de manera firme. Le mandamos a nuestros barcos para que se quedase a bordo y no nos causase problemas con los mundanos.

Así que, finalmente, encontramos El Gallo Plateado. Entramos y tuvimos que preguntar en voz alta si alguien hablaba latín. Por suerte un mozo de la posada hablaba latín y conseguimos usar la clave que nos habían dicho que debíamos pronunciar para que se nos reconociese. Luego este muchacho nos condujo a una estancia subterránea donde conocimos a la líder de la Alianza, Farusca ex Jerbiton, una mujer que debe haber visto entre cuarenta y cincuenta primaveras.

Farusca es una maga dura. Nos amonestó y acusó de haber estado llamando la atención por donde íbamos, poniendo en peligro su alianza con nuestras preguntas y vestimentas, en especial las del Maestro Pérle. Si bien considero exagerada tal apreciación, reconozco que el aspecto físico demás compañeros es algo llamativo. Los tres tenemos edades parecidas, y somos aceptáblemente agraciados, pero mientras que mis ropas son sencillas y discretas y mis cabellos no excesívamente largos de un castaño claro, el maestro Pérle tiene una fina melena larga bien cortada que le cae sobre su túnica de un rojo sangre ciértamente vistoso. Y el Maestro Anwynn también porta una túnica de oros y verdes muy poco discreta.

Tras las disculpas y las presentaciones conseguimos hablar de una manera algo más relajada. Nos presentamos y dimos a conocer nuestra Alianza. Creo que a Farusca no le gustó nada nuestra presencia y no sólo por haber llamado la atención, sino por el hecho de que creo que no le gustamos por nuestra juventud.

Nos habló de un Tratado de Barcelona, del cual obtuvimos una copia el día siguiente, en nuestra segunda visita - mis compañeros aceptaron ponerse ropas más mundanas- a la Alianza y acordamos que llevaríamos un mensaje a una alianza en Italia, cerca de Pisa.

Partiremos con la marea de mañana. Gordakus se queda con uno de puestos barcos, el Týr, para seguir haciendo los negocios necesarios y ya apalabrados y esperamos estar de vuelta ante de diez días.

Sin embargo, no sé cuál es el pago que mis sodales han pedido por esta misión más propia de corre ve y diles que de magi normales.

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La Crónica de Auriga Maris  Empty De sierpes y "castillacos".

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:35 pm





19 de Julio de 1220 AD 1359 AA


Los acontecimientos que voy a narrar hoy son de los más extraños que he visto hasta este día. Si bien mis viajes me han llevado por muchos caminos misteriosos lo que ayer nos sucedió en la Alianza de Ignota Via es algo que me parece incluso estrafalario.

Estamos en la ciudad italiana de Pisa. Llegamos ayer procedentes de Barcelona, como ya conté. En esta tierra hace tanto calor estival como en Iberia. Muchos olivos y viñedos se ven en los alrededores de la ciudad y huertos en los valles.

Como teníamos prisa, alquilamos un carro y nos dirigimos hacia el norte en busca del que pensábamos, sería fácil de localizar, una alianza en un castillo al que portábamos un mensaje de Farusca ex Jerbiton. El maestro Pérle estaba seguro de que sería fácil de divisar, puesto que lo habían definido como "castillaco" que es como los mediterráneos parecen llamar a un castillo grande. Supongo que la Torre de Londres entraría en esa definición.

Pues bien, fuimos hacia el norte por una antigua vía romana bien empedrada y, a una hora de la ciudad vimos un símbolo hermético de la Casa Criamon. Nosotros seguimos aquella pista, aunque seguíamos sin ver el supuesto castillo. Luego de dar muchas vueltas entre árboles, en un punto determinado, conseguimos divisar el castillo, en la parte opuesta, por un camino que habíamos descartado. No comprendimos la inutilidad de todo aquella pérdida de tiempo.

Llegamos al castillo. No era tan grande como nos habían hecho pensar. Ni siquiera, tan grande como había parecido desde lejos. Está claro que los castillos deben de aumentar de tamaño a medida que uno se aleja de ellos. O tal vez son tímidos y se encojen cuando alguien se acerca. No lo sé.

La puerta permanecía cerrada al otro lado del foso. Símbolos herméticos marcados en las piedras de la arcada nos confirmaron que era el lugar adecuado, pero nadie respondió a nuestros gritos, como si estuviesen sordos como una tapia. Rodeé la fortaleza ayudándome de mi espada para abrirme paso entre los matorrales y, cuando regresé, me encontré que una criatura estaba atacando a mis sodales.

Una inmensa sierpe había surgido del foso y Anwynn había caído al suelo. Los custus que nos acompañaban intentaron cubrirnos, pero con bastante poco éxito... y poco valor, ya que estamos. Llegué hasta ellos gritando que éramos sodales de la Orden y no nos atacasen puesto que me había parecido ver unos ojos en el emblema de la Casa Criamon que estaba grabado en la pared, pero ante la situación,Anwynn y yo comenzamos a retirarnos, porque nuestra magia quedaba anulada al estar dentro de la aegis de la Alianza y Anwynn y yo fuimos sériamentes heridos por el fuego que la sierpe expelía pro sus horribles fauces. Conduje a los demás al linde del bosque mientras el maestro Pérle, como aguerrido Flambeau que es, desataba su magia una y otra vez contra el monstruo. Es de justo reconocimiento que este magus, de delicado aspecto y diferentes apetencias, sea tan arrojado y tan escarmentador de enemigos como cualquiera de su Casa. Desde luego, las apariencias engañan.

La sierpe lanzaba su fuego contra Pérle y su custos y, si bien el soldado murió, Pérle seguía sin recibir mácula del fuego gracias a su poderosa parma mágica. Nosotros intentamos apoyarle, pero la aegis seguía actuando donde estábamos, anulando nuestra magia. Fue entonces cuando la soez criatura, al percibir que el mago era inmune al fuego, pasó a morderle y consiguió herir a Pérle.

Nuestro sodalis se retiró junto a nosotros, aunque estaba muy enfadado. Salimos del área de la aegis y les curé provisionalmente a todos, y regresamos al linde del bosque, frente al castillo. La sierpe estaba allí, balanceándose, deteniéndose de vez en cuando para mirar los símbolos grabados en la pared, y siguiendo su danza hasta que se ocultó en el foso y la puerta se abrió.

Una voz surgió de la pared del castillo preguntándonos quienes éramos. Respondimos que éramos magos de la Orden y que su agresión era criminal e injustificada. La voz dijo ser el portero del castillo y discutimos con él que se nos compensase y curase del ataque de la sierpe y amenazamos con llevarles al Tribunal. Un grog muerto, varios custos, un amicus y tres magos heridos, motivos suficientes como para que el Tribunal les amonestase seriamente. Explicó que había sido una confusión y aceptó a que se nos curase y se nos compensase y nos permitió la entrada.

Entonces descubrimos que la voz en la pared era en verdad la propia pared y que era capaz de seguirnos por las diferentes paredes del recinto. Nos dio de comer y entregamos nuestro mensaje. Luego llamó a uno de los magos de la alianza para que nos curase. Comprendimos que la situación era delicada, dado que el mago que vino estaba casi ciego y prácticamente crepuscular. Era tan anciano que parecía viejo como el castillo y sólo vino lo justo para curarnos, luego, se marchó de nuevo. La compensación llegó pronto, en forma de una bolsa de rubíes, treinta y seis peones de vis Corporem y un objeto mágico, unas lentes de mucho poder para identificar magias. algo que nos puede ser muy socorrido en la Alianza. Recibimos la respuesta para Farusca y firmamos el acuerdo de compensación y partimos, ya curados y presurosos, puesto que desconfiábamos de lo que aquella alianza de viejos crepusculares y de su pared guardián pudiesen hacernos.

Hemos vuelto a Pisa, ya en nuestros barcos y estamos a la espera de partir, supongo que mañana. Yo me alegro de haber regresado sano y salvo, dado el peligro que corrimos y aunque mi piel y mi carne están sanas y frescas, mi espíritu aún recuerda el dolor del fuego que nos lanzó la sierpe del "castillaco".

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La Crónica de Auriga Maris  Empty Motín a bordo.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:36 pm





21 de Julio de 1220 AD, 1359 AA

Hemos regresado a Barcelona y nos dirigimos del nuevo al sur, para cruzar el Estrecho hacia el Atlántico y el Norte. Nuestro viaje de vuelta ha sido mucho más complicado y brutal de lo que quisimos, dado que nos vimos envueltos en una situación salvaje y cruel.

A las pocas horas de partir de Pisa, ya en el Golfo de Génova, los barcos recogieron las velas y los capitanes parlamentaron entre ellos. Había surgido un problema. Muchos marineros habían enfermado de un mal desconocido, por lo que vinieron a la Odín a pedir consejo a nuestro médico jefe, el doctor Jean Luc D'Entry un erudito de París que tiene unas dotes sanadoras excelentes.

Después de ver a los enfermos, dictaminó que su enfermedad se debía a que habían recibido demasiado sol en sus cuerpos y en sus cabezas y que los humores se habían descompensado por el calor. De modo que comenzó un tratamiento para mejorarles, que incluía sangrías y paños de agua fría. El problema es que no encontramos súbitamente con muchos menos marineros de los que necesitábamos para manejar nuestras naves, incluso haciendo que los soldados hiciesen tareas de cubierta. He de recordar que habíamos tenido serias bajas entre las tripulaciones por culpa de nuestro encuentro con las sirenas antes de alcanzar Barcelona.

Se decidió ir a la ciudad más cercana, en busca de marineros, de modo que pusimos proa al sur a una isla llamada Córcega, para buscar un puerto. Por culpa de nuestra falta de manos expertas, nuestras naves iban lentas y con torpes maniobras, pero avanzábamos.

Yo estaba en la cubierta de la Odín, ayudando, como siempre que podía, con mi magia para que el barco fuese más rápido y, cerca mío, el Maestro Pérle que parece disfrutar mucho del sol y su luz. De repente, el vigía del nido de cuervos gritó, dando la alarma. La Týr, que iba a nuestra retaguardia parecía estar en pleno combate. Nos asomamos en el castillo de popa, y vimos que había un motín, una revuelta a bordo. Eran los piratas del Mar del Norte que habían dejado los magos antes de que yo me uniese a la alianza dejado a bordo como marinería después de que les capturasen cuando los paganos les atacaron en alta mar. Por lo visto, aprovechando que la milicia y la marinería fiel estaba diezmada, se habían vuelto levantiscos y estaban intentando hacerse con el navío.

Pérle me envió a buscar a Anwynn para que ayudase en el combate y la Odín comenzó a girar para abordar y ayudar a los nuestros y Anwynn y yo subimos a cubierta para lanzar nuestra magia. Poco a poco vimos bien lo que sucedía. Armados con palos y garrotes, los hombres del norte luchaban contra el capitán de la turba llamado Skadi -que es nombre de mujer me han dicho-, quien blandía un hacha de guerra formidable. Es un hombre muy grande, casi un gigante de aspecto tan bárbaro como quienes le atacaban. Recibía golpe tras golpe, mientras que él lanzaba hachazos hiriendo a varios.

Nosotros comenzamos a apoyarle. Pérle lanzó sus rayos contra varios de los amotinados, hiriendo a algunos, pero también prendiendo fuego a la vela. Anwynn, por su parte, cambió la imagen del capitán haciéndole parecer un gigantesco dios de los paganos del norte, Odín -yo pensaba que era nombre de barco- lo que amedrentó a algunos de los paganos y yo creé un cuchillo de piedra que, lamentablemente, apenas hirió a los rebeldes.

Pero pese a ello, los rebeldes no se rendían. Pérle y Anwynn atacaron a varios más y yo apagué el fuego que amenazaba la vela del barco. Skadi cayó finalmente bajo las armas de los amotinados, pero ya era demasiado tarde para ellos. Nosotros nos pusimos al alcance necesario para abordar el buque, además de que el Wulfzee ya había girado hacia nosotros también en nuestro auxilio.

Los rebeldes supervivientes se rindieron, salvo uno, que se lanzó al mar y le perdimos la pista. Rescatamos y ayudamos a los nuestros y prendimos a los bárbaros. Ya no quedaba más remedio que parar en una cala para reorganizar a nuestra gente mientras que el Wulfzee perseguía al traidor que había saltado al mar, al final, sin encontrarle.

Durante nuestra parada, se dio ejemplo con los cuatro rebeldes, a quienes se ató a la cubierta y, frente a toda la marinería, se les mató a latigazos, para que sirviese de escarmiento a quien tuviese pensamientos de rebeldía o amotinamiento. Después, lanzamos sus cuerpos a los tiburones y marchamos hacia Ajaccio, donde llegamos a duras penas al ocultarse el sol, seguidos por la Wulfzee que se volvía reunir con nosotros.

Ajaccio resuntó ser un sitio acogedor, si bien era pequeño y poco más que un pueblo grande de pescadores. Entre nuestro traductor catalán y nuestros esfuerzos con latín, conseguimos negociar el enrolado de diecisiete marineros más, con los que retomamos camino lentamente hacia Barcelona al día siguiente.

Al final de cinco días más, alcanzamos la ciudad condal donde nos aguardaba el Týr, en el que los paganos no se habían rebelado. Nuestros marineros ya se recuperaban de su "insolación" y desembarcamos hacia el Gallo Plateado, para hacer efectiva nuestra meta. Allí nos recibió Farusca, quien parecía satisfecha por nuestro tiempo de ida y vuelta.

Ahora bien, aunque mis sodales explicaron los problemas que habíamos tenido en Ignota Via, ella dijo que no tenía constancia de que hubiese ningún peligro y, la carta que llevábamos para ella, resultó ser para nosotros: una disculpa de Ignota Via por escrito sobre lo sucedido.

Farusca ex Jerbiton nos ofreció un trabajo consistente en ir y venir varias veces a una alianza en las aguas de los griegos, en el Mediterráneo Oriental, llamada Verdena o algo ansí, sin embargo eso retrasaría nuestros viajes por el norte y los acuerdos que allí teníamos que hacer, así que los sodales lo rechazaron. Nos hizo pues, una segunda oferta consistente en llevar una carta a Critera a cambio de tres peones de vis y los sodales pidieron un rato para pensárselo. Los cuatro no conseguían un acuerdo, dado que unos estaban muy enfadados con lo que había pasado en Ignota Via, y que habíamos corrido riesgos y peligros que podríamos habernos ahorrado de que Farusca no hubiese exigido una prueba de nuestra capacidad. Por otro lado, era importante conseguir influencia y recurso, así como aliados. Y como no llegaban a un acuerdo, me dieron voz y voto a mí.

Humíldemente opiné que, si bien el trato que nos habían dado los del Gallo Plateado era injusto y abusivo, nos interesaba establecer buenas relaciones y aconsejé que se aceptase, sólo a condición de que, en vez de tres peones de vis, fuesen cuatro y de vis Vim. Si de verdad ellos estaban interesados en nuestra amistad después de nuestras muestras y sacrificios, ellos podrían bien pagar un peón más.

Así pues, con la votación resuelta, Pérle le habló a Farusca y ella aceptó nuestra condiciones, considerándolo una inversión de futuro porque garantizamos que volveríamos a pasar más veces por Barcelona. De ese modo, con el fajo de pergaminos que era la carta que debíamos llevar y con una tripulación renovada con marineros catalanes, nos hemos puesto de nuevo en camino, con la intención de cruzar el Estrecho llamado de Gibraltar y poner proa a la Gran Bretaña donde, según se me ha explicado, vamos a recoger un espejo que William ex Bonisagus, el miembro de la Alianza que se encuentra en Cambridge, está estudiando.

Por mi parte, me alegro mucho de volver a la Gran Bretaña y largarnos de estas calurosas tierras. Y también me alegro de que mi voz se haya tenido en cuenta en las decisiones importantes de la Alianza.

Por cierto, hay algo que he saltado hasta este momento en esta crónica y ahora contaré. Cuando se me ofreció la posibilidad de unirme a Auriga Maris, los magos tytalus de Fudarus me pidieron que les observase y, si pasaba de nuevo por allí, les informase de lo que descubriese de esta alianza. Si bien nunca he estado en Auriga Maris con intenciones traidoras y me había parecido poco honorable la actitud de Fudarus, había guardado silencio, en parte porque no estaba seguro de a qué a tenerme en Auriga Maris y, en parte, por miedo a que me expulsasen de la Alianza. Sin embargo, tras los varios sucesos estos meses y algunos tan graves como los de Ignota Vía, reconozco que me siento parte de la Alianza y que ellos no me tratan especialmente mal, pese a no ser uno de los fundadores. Por eso, y por honor, les conté la verdad, a cambio de la promesa de su silencio. Es por ello que también me alegro.

¿Qué quieren los tytalus de Auriga Maris? ¿Por qué están tan dispuestos a pagar mucho por llevar a un magus de Fudarus a Hamburgo? ¿Pagarán en Critera lo acordado con el Gallo Plateado por el mensaje? ¿Qué es ese espejo que estudia el Bonisagus y cómo será ese magus erudito del que tanto hablan?

Muchas preguntas... y mucho calor.

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La Crónica de Auriga Maris  Empty De oro y atunes.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:37 pm



6 de Agosto de 1220 AD, 1359 AA


Debes saber, querido lector, que la situación que voy a relatar en esta historia, es harto complicada. Hemos perdido a uno de los miembros de nuestra alianza puesto que creemos que retienen Ofelia contra su voluntad. Quién y dónde, aún no es seguro.

Partimos de Barcelona de nuevo hacia el Estrecho, con intención de volver a salir al Atlántico. Una vez más, tuvimos problemas al intentar disimular los barcos. Sin embargo, todo fue aproximadamente tranquilo hasta que cruzamos el estrecho de Hércules. Pocas horas después de cruzar, unos barcos de bandera infiel intentaron darnos alcance. Anwynn transformó nuestra nave en un dragón rugiente mientras que yo volvía a llenar el mar de espesas algas. Los barcos desistieron y regresaron a su puerto prestos. Sin embargo, Muh, que es el cartógrafo, nos llamó la atención de un hecho. Por lo visto, se había percatado que, entre la gente que había mirándonos en la costa, había una mujer. Te preguntarás, lector, qué tiene de particular. Pues bien, nos explicó (por escrito puesto que es mudo) que había visto a la misma mujer justo cuando cruzábamos el estrecho. No parecía posible que una persona normal hubiese recorrido tantas leguas en tan pocas horas, desde el estrecho, bordeando toda la bahía hasta las costas del Algarve. Por ese motivo, intentamos que Anwynn trajese su imagen hasta nosotros. Pero su magia falló, de lo que dedujo que tenía alguna parma mágica activada. Reflexionamos sobre ello, e intrigados, tres de nosotros decidimos ir a investigar: Ingvar, Anwynn y yo. Arriamos una chalupa y nos encaminamos hacia allí. Con nosotros venía Muh, quien se percató de que la mujer hacía gestos con las manos y una corriente de agua nos impedía acercarnos. Para frustrar sus esfuerzos yo elevé la barca sobre el agua mientras Ingvar creaba una racha de viento que nos empujase. Sin embargo ella intentó de nuevo rechazarnos, creando una racha contraria, que sacudía nuestra embarcación. Estaba claro que no quería que nos acercásemos y decidimos dar la vuelta. Pese a ello, Ingvar se mostró muy agresivo

Una vez en el Odín, retomamos nuestro rumbo hacia el norte, hacia Lisboa.

En aquella ciudad del Reino de Portugal decidimos tomarnos tres días de descanso y para que nuestro comerciante, Gordakus hiciese sus asuntos comerciales. Pero en el mismo puerto comenzó una discusión. Por lo visto, Ingvar le había pedido a Anwynn que transformase unas piedras simples en pepitas de oro. A Pérle le disgustó y, cuando explicó sus razones, comprendí que estaba en lo acertado. El oro es muy codiciado y, la Orden, había prohibido crear grandes cantidades de dineros para no interferir con los mundanos ni llamar su atención. Pese a todo, Ingvar se fue con el “oro” a la ciudad aunque Pérle le responsabilizó de lo que pasase.

Pérle y yo pasamos el día juntos por la ciudad. Yo le expliqué lo que había leido en la copia del Tratado de Barcelona entre nuestra Orden y la Orden de Geonim de los judíos, que nos había entregado Farusca y él me explicó qué eran los judíos, algo que no tenía yo nada claro. Por lo visto son las gentes a las que pertenecía Jesús, el dios de los cristianos pero no entendí muy bien cuáles eran las diferencias entre unos y otros, salvo que los judíos parecen ser gentes de narices muy grandes. París debía de estar llena de judíos, porque vi muchos narizotas.

Fue un buen día, porque Pérle es una compañía agradable cuando está de buen humor y volvimos a nuestro barco al anochecer. Nos percatamos entonces de que hacía días que no veíamos a Ofelia. No era extraño, porque es una mujer de hábitos solitarios – y anchos- y pasaba muchos días sin comer con nosotros siquiera o nadando en mar abierto en su forma de orca. Pero cuando le preguntamos a su criado personal, nos dijo que no, que hacía días que no la veía, desde que cruzamos el estrecho.

Por supuesto, eso nos preocupó y decidimos que iríamos a la mañana siguiente a buscarla. Por desgracia la mayor parte de nuestra marinería estaba de permiso y no contábamos con suficiente gente, así que sólo podríamos partir con la Odín. Pero al amanecer, también nos dimos cuenta de que Ingvar no estaba ni había pasado la noche en su sancta. Fue fácil de saber, porque su puerta la rompió y sacó de los goznes y basta un ligero empujón para derribarla y asomarse en su interior. No entiendo como puede vivir así, entre suciedad y pieles de animales mal curtidas que un pastor galés no usaría ni para recoger los excrementos de las ovejas y explica porque su mente senil no discurre muy clara.

Pérle, que volvía a estar de mal humor, y no le culpo por ello, nos envió a Anwynn y a mí a buscar a nuestro sodalis y fuimos acompañados de Gordakus, puesto que habla la lengua de estas tierras que encontré de gran semblanza a la que hablaban en Barcelona. Quizás es la misma y ellos no se han dado cuenta.

Pensamos en ir donde los cambistas, puesto que lo lógico que hacer con aquel “oro” habría sido cambiarlo por dinero. Sin embargo no había estado allí. Pero sí nos dijeron que un hombre viejo y dos extranjeros más de la descripción que dimos habían sido detenidos en la calle de los joyeros por tener oro falso. Estaba claro que eran nuestros hombres por lo que fuimos a la cada de la guardia de la ciudad donde los prebostes llevan a los reos.

Al llegar, intentamos sobornar al jefe de los guardias, puesto que pretendían juzgarle al día siguiente y la falsificación se castiga con la muerte. Sin embargo, de súbito, escuchamos grandes gritos provenientes de una escalera que debía llevar a los calabozos y una inmensa cantidad de agua salió de allí, precediendo a los custi que escoltaban a Ingvar y al propio Ingvar, quienes se lanzaron como leopardos contra los guardias.

Nuestro primer impuso fue salir corriendo, pero Anwynn y yo comprendimos que, tras aquello, no podíamos dejar testigos. Suficientes problemas teníamos ya. De modo que nos giramos y atacamos a los guardias. El capitán intentó tocar la campana, pero yo le herí con una lanza de madera que creé y le arrojé, mientras que Anwynn transformaba las cabezas de todos durante un segundo en manzanas, lo que les desorientó e Ingvar lanzó la campana contra la cabeza del jefe de los guardias. Luego hice que la madera de la lanza penetrase y creciese en el interior del cuerpo del capitán, reventándole por dentro però los guardias atacaron a Ingvar que volvió a meterse en el inundado sótano pese a lo cual, le hirieron en una pierna.

Anwynn, de manera más acertada, consiguió transformar las cabezas de muchos de ellos en manzanas de manera más permanente, aunque uno intentó escapar. No me resultó difícil hacer que sarmientos saliesen del suelo y le atrapasen. Luego el resto fue sencillo, puesto que los atrapamos y matamos allí mismo. Luego, una vez ya más calmados y a seguro, pedí a Anwynn que nos cambiase el aspecto a todos y prendí fuego al edificio para ocultar las pruebas y salimos disimuladamente.

Propuse que nos separásemos, para no llamar la atención. Gordacus y los custi se fueron a la catedral y, nosotros al mercado, para ir luego a comer algo en una taberna. Allí discutí con Ingvar, quien seguía en sus trece sobre el oro y su “poder”. Qué poder tiene el oro si puedes crearlo? Quizás para los mundanos, pero no para nosotros, sin duda. Si, claro, la plata es útil, y precisamente le sugerí que habría sido mucho más razonable haber creado monedas de plata y no sospechosas pepitas grandes como cantos rodados de oro y, sincéramente, acabó por ponerme de un pesímo humor, porque en mi tradición hay que procurar guardar un equilibrio en las cosas y tener que matar sin que haya una necesidad de ello me parece brutal y muy peligroso, porque desequilibra la Naturaleza. Pero nuestra conversación debió atraer los oidos de alguien cuando el merinita percibió que un tipo sospechoso que parecía vigilarnos abandonó la taberna. De modo que decidimos seguirle a través del mercado y descubrimos que iba hacia la casa de los guardias, en cuya zona parecía haber mucho movimiento. Por supuesto comprendimos que era el mejor momento para volver a disfrazarnos y dirigirnos a nuestros barcos.

En un callejón, Anwynn el merinita lanzó de nuevo su magia sobre nosotros. A mí me transformó en una mujer pero algo fue mal en la imprevisible magia feérica y transformó a Ingvar en una sombra. Pese a que compré una capa y se la eché por encima para cubrirle y disimular su aspecto la magia persistía pese a ello y decidimos que ambos se quedasen allí hasta el anochecer mientras yo regresaba a informar a Pérle.

Yo temía la ira del Flambeau, por lo que le conté todo lo que había sucedido sin mentirle en nada. También le sugerí que esperásemos al día siguiente para partir y, de esa manera movilizásemos a nuestros hombres para recoger a la marinería dispersa. Aceptó, pese a estar muy enfadado y, por la noche llegaron Anwynn e Ingvar, quien venía transformado en una mujer de pechos prominentes.

Puesto que nos faltaban marineros, sólo partimos con el Odín, el Njord y el Wulfzee hacia el sur. Se me ocurrió proponer que no transformásemos de nuevo a nuestros barcos, porque la caótica magia de mi compatriota nos hacía flaco favor y estuvieron de acuerdo y debió ser acertado, porque no salieron barcos moros a interceptarnos.

Al llegar al Cabo del Sur, el Promontorium Sacrum, vimos que la mujer aquella volvía a estar allí, vigilándonos. Intentamos ir hacia ella, pese a que había una corriente de agua en nuestra costa, però nuestra magia combinada conseguía acercar nuestro barco hacia allí. Poco antes de llegar, ella saltó del acantilado y desapareció en el fondo del mar. Invar pretendía atacarla y montó en cólera y en pánico, diciendo que íbamos a ser atacados, pero lo que sucedió fue que vimos un pez grande, una especie de atún muy pálido que parecía hacernos señales para que le siguiésemos. Como le lanzamos un cabo y el atún – que supusimos que era la mujer de negra cabellera – no subió, optamos por seguirla dejando al Wulfzee y a la Njord atrás.

Navegamos el resto del día hacia el suroeste siguiendo al atún, algo que nos inquietaba a todos, por si nuestro barco se caía por el límite del mundo y, al llegar la noche, nos detuvimos. Como era oscuro y cansado, nos fuimos a dormir hasta que unos guardias, asustados, nos despertaron. En la cubierta había una mujer, que mis sodales reconocieron como la mujer que había llegado a su barco meses antes tal y como expliqué yo en la crónica que transcribí de William de Bonisagus.

La mujer habló en el tosco idioma de los paganos del norte e Ingvar nos tradujo.

“Seguís a las hijas de las olas y la tempestad.

Cuidado pues su reino es de fuego y muerte.

La montaña rota esconde a vuestra hermana.

Cuidado con el padre de los hermanos.”


Luego se transformó en un cuervo y se marchó volando.

Los cuervos son animales de buen agüero, como todo el mundo sabe. Servidores del dios Lug. Ingvar insistió que eran servidores de un tal Odín, pero yo creía - como ya dije en su día- que Odín era nombre de barco, al igual que Týr, Njord, Wulfzee, Titanicus...

Recurrimos a los libros de nuestra biblioteca. Allí encontramos que podría referirse al Estrecho, conocido como de Hércules. Pero antes, según la leyenda estaba guardada por un titán hermano de quien cuidaba del Tártaro, que es donde los griegos creían que iban las almas de los muertos que debe ser como el Annwfn. Todo esto es muy confuso.

Por lo que dedujimos, alguien retenía a nuestra sodalis en aquel lugar, puesto que también se le llama “la montaña rota” y optamos por no hacer más caso a los atunes y regresar a la mañana siguiente con nuestros otros barcos y, cuando conseguimos alcanzarles, pusimos rumbo al estrecho.


Encuentro tan peligroso hacer caso de las palabras de un pajarraco que se transforma en mujer como perseguir en la mar oceana a una mujer que se transforma en atún. Sin embargo debemos arriesgarnos para no abandonar a nuestra sodalis. Iremos, la encontraremos y la traeremos a casa de nuevo, cueste lo que cueste.



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La Crónica de Auriga Maris  Empty Rescates y Columnas.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:38 pm



8 de Agosto de 1220 AD, 1359 AA

Escribo buenas noticias.

Hemos regresado a las Columnas de Hércules, ese estrecho marino al sur de Iberia para encontrar a nuestra sodalis, Ofelia, que estaba desaparecida y que nos anunciaron que podría encontrarse por aquí. Por supuesto, nuestra pista era débil, pero era la única que teníamos.

Llegamos al estrecho y optamos por desembarcar en las playas del norte para comenzar nuestro rastreo y dar con la maga secuestrada. Subimos a la cima de una de aquellas montañas, el único pico de la costa, que se supone era el sitio donde vimos unas gigantescas columnas y vimos que, en efecto, había rastros de alguna antigua construcción. Usamos la magia para investigar y, de repente, cuando mi magia pareció fallar, de alguna manera activamos una entrada a un regio muy poderoso. El suelo se levantó a nuestros pies, lanzándonos a varios metros por lo que perdimos dos de nuestros custi que se cayeron por el acantilado. Una columna de más de seis pies de altura que se elevaba muchos y muchos codos, como si fuese una torre. A su alrededor, había una especie de cadena dorada que la rotaba.

Estudiamos el lugar, al comprender que era un regio y vimos que, al otro lado del estrecho, había otra columna igual, tal y como habíamos visto el día que estalló la tormenta la primera vez que intentamos cruzar este lugar. Hice crecer sarmientos y estudiamos las cadenas, pero no conseguimos descubrir más de modo que, dado que no encontrábamos pistas, optamos por intentar encontrar alguna pista en el mar, pues fue el día que cruzamos el estrecho la última vez que supimos de Ofelia. Empezábamos a abandonar la esperanza de encontrar a nuestra sodalis, porque no había ni rastros ni pistas.

En la mar, el Maestro Pérle habló con las aguas y lo que nos dijo fue revelador. En las laderas submarinas, a los lados de cada tierra bajo las columnas, el agua informó al Flambeau de la existencia de unas paredes lisas muy misteriosas. Anwynn usó su poderosa (aunque a veces alocada) magia feérica y transformó su cuerpo para poder estudiar aquellas misteriosas superficies. Luego volvió y nos contó que había un túnel en aquella superficie, puesto que había ido a la del norte, aquella cuya columna habíamos estudiado arriba de la montaña que estaba justo encima.

Pérle y yo nos desnudamos y también usamos la magia y, con ayuda de la de Anwynn, fuimos juntos a investigar el túnel. Éste se adentraba muchos metros en la oscuridad y, luego, subía de manera vertical, más o menos donde debería estar la base de la columna. Subimos el túnel y encontramos una sala rectangular en la que había un altar misterioso y, por bendita fortuna, encontramos allí en una esquina y desnuda a Ofelia. Estaba inconsciente y, aunque respiraba con debilidad, estaba sana y salva. Pérle hizo luz, Anwynn fue a por Ofelia y yo estudié el altar. Sobre éste había un pez, grande de un codo y destripado. Parecía un sacrificio de algún tipo. A parte de eso sólo encontramos otra pista, que eran unas pequeñas inscripciones en la base del altar en unas letras de una lengua que no reconocimos, pues no era latín ni tampoco parecía griego.

Como estábamos preocupados por lo que pudiese pasar allí y por la salud de Ofelia, nos regresamos prestos a nuestro barco con mucha dificultad, porque las corrientes son poderosas allí.

Ahora hemos regresado, Ofelia descansa y se recupera. Esperamos a que recupere la conciencia para que nos informe de qué le sucedió. Hemos puesto proa a toda velocidad hacia Lisboa, puesto que tememos permanecer en aquel lugar. Las pista que la Mujer-Cuervo nos dio fue acertada, o acertada fue nuestra interpretación de sus palabras.

¿A qué dios se sacrifican peces? ¿Por qué aquella mujer parece que estaba más interesada en nuestra perdición en alta mar y por qué secuestraron a Ofelia? ¿Pretendían quizás sacrificarla? Un sacrificio humano es el más alto y poderoso sacrificio posible. Pero este sacrificio sería un asesinato, una ofensa a los dioses... a menos que sean unos dioses malvados... Es un asunto muy inquietante pero al menos, estamos contentos por la victoriosa hazaña de rescatar a nuestra sodalis de las garras de algún misterioso enemigo.

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La Crónica de Auriga Maris  Empty Al otro lado del Espejo.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:39 pm



Cambridge a 16 de Septiembre de 1220 AD, 1359 AA

Estamos en Inglaterra y lo que vas a leer, amigo lector, es muy desconcertante y confuso. Hemos llegado en un viaje tranquilo y falto de incidentes, lo que, para variar, es muy agradable.
Ofelia sigue muy débil, aunque ya se recuperó bastante de su secuestro. por desgracia o quizás por ventura, no recuerda nada de lo que le paso, salvó que perdió la conciencia persiguiendo a un atún blanco misterioso que le había llamado la atención. ¿Sería el mismo atún blanco que vimos y creemos que era aquella mujer de pelo negro de la costa de Iberia? No lo sabemos, pero la lógica indica que sí.

Volvimos a Lisboa, donde recogimos el barco que había quedado allí a la espera y nos pusimos rápido proa al norte. Si bien hubo una tormenta en el Golfo de Vizcaya y otra en el Canal de la Mancha que nos obligo a refugiarnos varios días, finalmente cruzamos el estrecho de Caláis y nos dirigimos hacia Inglaterra donde penetramos por la desembocadura del río Cam.

Inglaterra es un país hermoso en verdad, muy semblante a Gales pero más llano. Hay muchas colinas suaves, campos verdes y profundos bosques. También extensos pantanos y marjales. La niebla es frecuente así como ya la lluvia, pues es la época. Sin embargo si hay algo que afea este país, son los ingleses.

Los ingleses y sus castillos de piedra y sus ciudades han sido una amenaza opresora de Gales desde que los normandos desembarcaron en la isla. Tras someter a los sajones, intentaron conquistar Gales, pero la oposición de nuestros príncipes fue más dura que la de Haroldo y sus guerreros, pero me estoy desviando del tema, querido lector.

La ciudad de Cambridge (Puente del Cam) es una ciudad de derecho real, gobernada por un sheriff, que es el representante del Rey Enrique III, el Joven Rey. La ciudad no tiene murallas, pero sí un castillo el la margen occidental del Cam, al norte de la ciudad y próxima al lugar al que nos dirigíamos: Schola Pythagoranis.

Schola Pythagoranis es una alianza urbana, como la del Gallo Plateado de Barcelona. Pero aquí los magos se dedican a algo muy mundano, puesto que son maestros en lo que se llama "la Universidad". Una "Universidad" es algo parecido a una Escuela Catedralicia, pero patrocinada por el rey y en donde se enseñan las ciencias de las leyes humanas y religiosas así como las lenguas antiguas del Imperio Romano y Grecia. Aquí es donde reside el quinto fundador de la Alianza, que yo aún no conozco, llamado William de Chelmsford, de la Casa Bonisagus y es profesor de lógica en la Universidad.

Gordakus habló con el sheriff y arregló nuestra presencia en la ciudad porque unas naves tran grandes como las nuestras habían causado una cierta alarma. No hace mucho los franceses habían invadido Inglaterra, así que el país, aunque vive en la paz, tiene cercana la pesadilla de la guerra, a menos de tres años de que ésta acabase.

Fuimos a Schola Pythagoranis donde nos recibió una tal Eudoxia de Guernicus. Yo pensaba que Guernicus era el nombre de una ciudad francesa, pero se me explicó que era una de las Casas de la Orden y que esta Casa se ocupa de la legislación y el buen hacer. El cargo que ostenta se llama "quaesitor". Así pues, esta "quaesitora" nos explicó que el Maestro William hacía días que no estaba presente y que no había asistido a las clases que impartía en la Universidad. Aquello no parecía alarmar a los magi locales, porque nadie había reparado en ello hasta que nosotros llegamos. Nos pidieron que esperásemos mientras iban a buscarle al laboratorio. Al estar tan cerca de la ciudad, los magi tienen sus laboratorios a algunas horas de camino, al borde de un bosque feérico al que se nos prohibió acceso. Pérle se quedó en el scriptorium leyendo, Ingvar se marchó a hacer compañía a Ofelia al Odín y Anwynn y yo paseamos por el mercado, donde aproveché para comprar cosas para el laboratorio.

Cuando nos reunimos de nuevo, al día siguiente, nos dijeron que William no respondía en el laboratorio - donde había sido visto por última vez- y, alarmados, decidimos ir allí bajo nuestra responsabilidad. Y fue acertado, dado que encontramos que William sí estaba dentro del laboratorio, pero muerto.

William de Chelmsford llevaba varios días fallecido por el aspecto del cuerpo. No había rastros de violencia ni en el cuerpo ni en el laboratorio. Las velas se habían consumido complétamente y las contraventanas estaban cerradas por dentro. Tampoco había ni sangre ni nada, salvo los escritos de William y el espejo mágico que, se supone, estaba investigando.

Eudoxia se puso muy nerviosa y decretó que se iniciaba una investigación. No comprendo como funcionan las investigaciones estas sin embargo en vez de estudiar el lugar del crimen comenzó a elucubrar acusaciones incluso a nosotros, que acabábamos de llegar el día anterior.

Nuestras investigaciones no parecieron dar demasiado fruto. Al principio sólo encontramos plumas de oca, buscamos huellas de gatos (no sé por qué...) e Ingvar habló con Skadi, el amicus capitán de turba que había sido poseido en el lugar en el que se encontró el espejo mágico. Por suerte, con la ayuda de nuestras deducciones y de la magia de Eudoxia, supimos que William estaba vivo... aunque no estaba vivo. El cuerpo de William estaba allí, pero su espíritu no respondía y, curiosamente, el espejo era una conexión arcana de él. Todo esto es confuso en extremo...

Eudoxia, usando la magia podía ver a William, en una habitación cerrada, y nosotros pensamos usar el espejo para hablarle a través de escritos que pegábamos a la superficie reflectante. Así él pudo comunicarse de una manera similar con nosotros enseñándole a Eudoxia también papeles escritos.

William nos contó que estaba investigando el espejo cuando, de repente, vio una imagen de un viejo en la superficie y, al mirarle, sintió como era trasladado a aquel lugar sin salida y desde el cual, veía el exterior por un espejo similar al que había estado estudiando y desde allí, vio su cuerpo desplomarse. Nos explicó que, si le conseguíamos sacar a su cuerpo, segúramente moriría rápido, porque el cuerpo ya tenía la corrupción de la muerte. Durante un rato estuvimos comunicándonos así hasta que, fruto de la tensión, Eudoxia se demayó, puesto que es una joven frágil.

Ahora estaba todo claro. El espíritu de William había sido secuestrado por el Félix ex Bjornaer, el mago al que había ido a buscar Auriga Maris a las islas Feroe a petición de Critera y que había atacado a los sodales en su cubil. Sin embargo nuestro poder y conocimiento no conseguían desentrañar la manera de sacar de allí a William.

Pedimos ayuda a uno de los magus de los laboratorios cercanos y nos ayudó a despertar a Eudoxia. Luego pasó algo que yo no comprendo. Un magus de Auriga Maris había sufrido un percance en las posesiones de Schola Pythagoranis mientras tenía un objeto de Critera. Si bien conseguimos que nos dejasen llevarnos el cuerpo de William y el espejo para llevarlo a Critera donde pedir ayuda dado que el espejo es de un miembro de su alianza, nos impusieron la presencia de Eudoxia y no la de alguien neutral. Ahora tenemos entre nosotros a una maga que se inmiscuye en nuestros asuntos sin que nadie haga nada al respecto. Pérle ha intentado congraciarse con ella pero ella es suspicaz con nosotros. Yo no comprendo el derecho de esta alianza inglesa a imponerle a Auriga Maris una especie de carabina. Aunque por otro lado, todos saben que los ingleses son zafios y traicioneros. Supongo que creen que todo el monte es turba.

Hemos regresado al Odín con el cuerpo de William al que yo tendré que mantener incorrupto con Creo Corporem diarios, con el espejo de Critera que parece contener el espíritu de William y con la tal Eudoxia de mirada inquisitiva. Anwynn ha pedido un Concilius Postero Ortus para cuando el barco parta, supongo que por los últimos acontecimientos.

Vamos por el Cam, de vuelta al Mar, rumbo al continente..

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La Crónica de Auriga Maris  Empty Adiós Eudoxia. Hola Samael.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:39 pm





Orilla del Lago Onega, 31 de Octubre de 1220 AD, 1359AA

Si mi letra es de difícil lectura, estimado lector, debes saber que se debe al extremo frío que estamos pasando en estas tierras baldías en las que estamos y que llaman Rusia. De como llegamos aquí trata esta historia de hoy.

Salimos de Cambridge en el Equinoccio de Otoño, en el haleg-monath que llaman algunos y navegamos al sur, hacia París. Nada más salir, tuvimos que reunirnos en un Concilio Postero Ortus en el que los sodales apostaron por una mayor unidad y confiaron en Pérle ex Flambeau como líder de la Alianza. Su liderazgo tiene como mayor poder el hablar en nombre de todos, puesto que todos confiamos en su buen juicio y buena experiencia.

No tuvimos encuentros misteriosos y nuestra travesía fue bastante tranquila, salvo por el hecho de que la tal Eudoxia de Guernicus estaba especialmente irritante y quejosa. Hizo varias peticiones y nos interrogó a la mayoría, aunque Ingvar se negó a hablar con ella. A mí me interrogó sobre mi estancia en la Alianza, me preguntó sobre William de Chelmsford y sobre mis sodales e, incluso, me preguntó sobre a qué había dedicado mi estancia en la Alianza. La tensión se olía en el aire de manera constante y la actitud de la tal mujer no era nada cordial aunque sí en extremo educada. Sin embargo todos sabemos que la educación de terciopelo puede esconder afiladas dagas de frío hierro. Así pues, y con esta situación, llegamos a París. En París dejamos los barcos a cuidado de Ofelia, quien se ocuparía de vigilar también los movimientos de la Guernicus mientras nosotros íbamos hasta Fudarus. Tardamos dos días en llegar a la inmensa fortaleza de Fudarus, la sede de la Casa Tytalus. Recordarás, querido lector, que Damagus era el mago que se nos había pedido que, en nuestro regreso le llevásemos hasta Hamburgo a cambio de un objeto mágico que impulsase nuestras velas.

En Fudarus fuimos bien atendidos, aunque tuvimos que esperar unos días a que el mago que nos tenía que acompañar se preparase. Damagus ex Tytalus es un hombre mayor pero vigoroso, se mostró cordial y afable, aunque quizás un tanto demasiado, dado que sabíamos que se trataba de un antiguo hoplita, que son los ejecutores de los Quaesitores.

Ya con nuestro huésped y nuestro nuevo objeto mágico anduvimos de vuelta para París y zarpamos por el Sena. Ya en el Odín, a Damagus le asaltó un inmenso interés por Eudoxia... un interés ciértamente... mundano. El problema apareció cuando descubrimos que, en nuestra ausencia, Eudoxia había hecho un escrito y enviado una carta a su maestra acusándonos de obstaculizar su investigación, de espionaje mágico y responsabilizándonos de la situación de William ex Bonisagus. Además, le entregó otra copia a Damagus por que temía ser asesinada. Para evitar que se llevase a cabo estas acusaciones contra nosotros, nos pedía todo tipo de prebendas, incluyéndola como Censora de la Alianza, tutoreando nuestros movimientos y actos, otorgándole una sancta, acceso a los bienes de la Alianza e, incluso, una paga.

Eso causó la ira de todos los sodales de Auriga Maris y se convocó un Concilio Postero Ortus muy urgente. Todos estábamos muy molestos, incluso algunos declaramos que estábamos dispuestos a abandonar Auriga Maris si se aceptaban las imposiciones de Eudoxia y el siempre temperamental Ingvar amenazó con lanzarla por la borda o golpearla con su bastón consistente en un palo largo con una gran piedra. Yo propuse un término medio. Le entregaríamos lo que pedía, tanto los efectos de Félix ex Bjornaer como el propio Espejo y el cuerpo de William. Iríamos diréctamente a Crintera, con lo que perderíamos la ocasión de copiar los libros y los estudios al respecto se echarían a perder. Sin embargo, en cuanto llegásemos la expulsariamos de la Alianza. Hubo quórum y así procedimos.

Anwynn habló con Eudoxia y le explicó nuestra decisión así como consignarla en su camarote de manera permanente, aunque se le daría comida y agua, como era lógico. Yo hablé con Damagus quien nos había pedido que le dejásemos acompañarnos hasta Crintera en vez de Hamburgo a cambio de otro objeto y, tras varias conversaciones, accedimos, porque creímos que sería adecuado tenerle como testigo.

Tuvimos buenos vientos lo que, con la ayuda de nuestro nuevo objeto mágico, nos ayudó a llegar en pocas semanas a Crintera aunque nos cruzamos con los legendarios barcos de las aún más legendarias, opulentas y muy inofensivas "monjas de oro" pero no pudimos detenernos. Allí se me concedió el honor y, por qué no reconocerlo, el placer de expulsar de la Odín a Eudoxia ex Guernicus. Luego hicimos llamar a los sodales de Crintera para explicarles la situación y pedirles ayuda. Ellos fueron bastante comprensivos, lo que ayudó a rebajar las tensiones. También pedimos por la persona a quien debíamos entregar la carta de Farusca ex Jerbiton que nos había entregado en Barcelona. Éste resultó ser un hombre moreno de aspecto zaino y nariz destacable. No esperaba la carta pero la aceptó igualmente y nos hizo objeto del pago esperado, tres peones de vis Vim. El nombre de este individuo es Samael ben Leví ex Miscelanea y supimos que era un judío, de esos de los que habla el Tratado de Barcelona. Era el primero que yo veía.

Mientras Ingvar se quedaba charlando con aquel hombre de aspecto extranjero, nosotros regresamos a Odín y avisamos a Damagus que habíamos arribado a nuestro objetivo. También le contamos que Eudoxia había sido expulsada y lo comprendió. Acordamos que volveríamos por Crintera a recoger el objeto que estaba haciéndonos dado que él pensaba quedarse allí.

Al poco regresó Ingvar, quien nos contó que el extranjero había pedido unirse a nosotros para marchar de Critnera, así que se le hizo llamar a bordo. Samael nos pidió auxilio para abandonar Crintera con nosotros pues se encontraba en lance de muerte dado que un mago había lanzado una guerra de magos contra él y contra su maestro. Su maestro ya había sido asesinado por este mago y ahora venía a por él. Cuál fue nuestra sorpresa, estimado lector, cuando descubrimos que este mago era, ni más ni menos que Damagus ex Tytalus, quien aún estaba a bordo.

Se decidió aceptar darle asilo y llevarle lejos al este, con nosotros, aunque aún no estoy seguro de por qué. Si bien yo me habría apiadado igualmente de este joven, los magi conditore no pidieron nada a cambio de este auxilio. Sea como fuere, yo acompañé a Samael hasta el Njord, donde pasaría la noche a seguro de no cruzarse con Damagus a bordo del Odín. Me pidió permiso para lanzar una protección sobre el Njord, aunque a mí me sonó más a superchería que a verdadera magia por el tono en el que lo dijo.

Damagus abandonó nuestra alianza de manera cortés y nos despedimos de los magos de Crintera quienes habían comenzado a estudiar la manera de sacar a William de su situación, aunque no había buenos presagios en el asunto. Sin duda está en buenas manos, dado que Crintera es la sede de la Casa Bjornaer y, si bien no creo que sea su especialidad, sin duda su poder es innegable. Poco después levamos anclas y nos marchamos por el Báltico hacia las tierras del Este que llaman Rusia.

Nunca había visto el Báltico. Es un mar oscuro y muy frío que tiene muchas ciudades y castillos en el primer y más occidental tramo de costa y, luego, parece ir desapareciendo la vida civilizada poco a poco dando paso a fortalezas y torreones de amenazantes pendones al viento.

El aire ya empezaba a refrescar bastante cuando llegamos al golfo de Finlandia, a una zona de pantanos en la que hay un río grande llamado el Neva. Fue una pena que hayamos llegado en estas fechas, puesto que es un río navegable que nos habría ahorrado mucho camino, pero se nos informó que, las aguas de este río y de los lagos del interior se helaban en el invierno. Yo no me lo puedo creer. De esta manera, acordamos una fecha con Gordakus, quien regresó a hacer negocios a Riga, aquella ciudad de los Caballeros Livonios de la Espada acompañado por Ofelia, que prefiere quedarse en el barco vigilando antes que entrar tierra a dentro. Mientras nosotros nos pusimos en la tarea de ir en busca de la fuente de vis tal y como acordamos con los magos de Fudarus. Por fortuna, Samael parece hablar la lengua de los nativos y nos ayudó a buscar ayuda. Conseguimos guías y unos animales semblantes a ciervos que aquí llaman renos.

Hemos estado caminando pesadamente por estas tierras casi desérticas. Estamos en las tierras de la República de Novgorod, que tiene el mismo nombre que el Tribunal al que pertenece. Sin embargo hay pocas aldeas, senderos casi olvidados y unas llanuras que se extienden hasta el horizonte. Ya han caído las primeras nieves y nos hemos comido los renos, así como otras carnes que cazamos o que conseguimos trocar en algunas aldeas. Gracias a nuestra magia, hacemos más fácil el camino, pero son innumerables leguas en un tiempo que empeora día a día. Hace una semana dejamos un gigantesco lago al norte, que estuvimos bordeando con algunas canoas, como el propio Neva en algunos tramos. Ya ahora estamos en las pantanosas orillas del lago Onega donde esperamos encontrar la fuente de vis Vim de Fudarus. El frío es ya tan duro como en lo más crudo del invierno de Gales y la nieve se acumula poco a poco pero sin pausa además de que este lugar es extraño y parece demasiado cerca de los límites del mundo como para que nadie se sienta a gusto. Sólo alguna aldea o algún cazador solitario y alguna tribu de pastores nómadas han sido todo lo que hemos visto a parte de la tundra, los bosques y los infinitos ríos que amenazan congelarse.

Ahora pues, mi mente divaga en preocupados pensamientos. ¿Actuará contra nosotros esa tal Eudoxia ex Guernicus? ¿Podrán sacar de su maldición a William ex Bonisagus los magi de Crintera? ¿Nos habremos ganado la enemistad del peligroso Damagus ex Tytalus por proteger al judío Samael ex Miscelanea?¿Hasta dónde nos acompañará Samael? ¿Encontraremos la fuente de Vim antes de que el invierno se recrudezca aún más?

Espero estar en posesión de esas respuestas la próxima vez que me siente a escribir esta crónica, pero sobre todo, espero tener un techo seguro y un buen fuego ante el que calentarme. La Alianza se haya más unida que nunca desde que entré en Auriga Maris y todos ponen de su parte para que la situación vaya adelante. Ojalá siga siendo así. Además, mañana es Galan Gaeaf. Anwynn y yo queremos celebrarlo, pese a que no tengamos mucho las mejores circustancias salvo algunas manzanas, incienso y algunas velas. Espero que los demás quieran unirse a nuestra celebración y que eso sirva también para unir más a los sodales.


¡Quieran los espíritus traernos mayores bienes, salud y poder en este año nuevo!


Dewydd ab Glydwr ex Miscelanea
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La Crónica de Auriga Maris  Empty La historia de Dewydd ab Glydwr ex Miscelanea

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:40 pm





Llovía a cántaros, lo cual era bastante habitual allí. A veces Dewydd se preguntaba si acabaría saliéndole musgo en la piel. Pese a la capa, estaba empapado y el pelo le caía sobre la cara manchada de barro en pegados mechones marrón rojizo. Sólo los ojos verdes de clara inteligencia asomaban bajo la habitual suciedad, barro y tizne, de quien se pasa los días en el campo del Gales de comienzo del siglo XIII.

Nuestro Dewydd es joven, aunque ya adulto. Tiene los diecinueve años recién cumplidos pero es un mago prometedor así como, en secreto, un diedne. Aquellos ojos verdes observan la pequeña comunidad realizar sus quehaceres diarios con los jirones del humo de los hogares luchando por ascender por las cortinas de agua que caen en las montañas cámbricas.

Los que hablaban inglés – cada vez más numerosos en Gales- llamaban a aquel lugar Snowdon. Ellos lo llamaban Yr Wyddfa, “El Túmulo”. Pero pocos recordaban por qué.
La montaña más alta de Gales, de toda la Gran Bretaña, en la zona más profunda del Principado de Gwynned, en los valles montañosos donde el paganismo aún se aferraba entre los nativos se escondía un lugar secreto que pocos conocían en realidad tras un barniz de cristianismo poco hondo.

A los ojos de los lugareños, eran sabios o brujos o algún tipo ermitaños paganos, viejos aferrados a una tradición que es vista por pocos como ya algo muy corriente. A la vista de los miembros de la Orden de Hermes, una alianza poco importante perdida entre la nada y ninguna parte formada por brujos extraños y poco más. La verdad es que aquella era la última comunidad estable de druidas de Europa, pero también, la única comunidad de diedne que existía. Había más, por supuesto, pero el resto eran errantes viajeros por las islas británicas y por la Galia, pero allí había siete druidas de manera permanente. Había druidas por las Islas Británicas. Siempre los hubo. Casi siempre habían permanecido ocultos, disimulando su verdadera ocupación, bajo la Casa Ex Miscelanea, la más numerosa y diversa de la Orden. Mantenían vivas las tradiciones presentes desde hacía nadie sabe cuanto tiempo. Eran sabios y eran doctos; eran inteligentes y astutos. Conocían las utilidades de las plantas, de las piedras y de los astros. Y sabían conjurar la presencia de los espíritus benéficos.

Y luego estaban los diedne. Los diedne eran los druidas que se habían unido a la Orden de Hermes, la secreta orden de magos. Ya no eran los mismos druidas, ni tampoco eran igual que los otros magos. Eran los diedne. Y habían sido exterminados en la Guerra del Cisma, la guerra civil de la orden. O al menos eso se decía. Los supervivientes se habían ocultado en la Casa Ex Miscelanea, en especial en Escocia, Irlanda y Gales, lugares remotos y poco civilizados.

En la última alianza de diedne había que disimular y vigilar. Yr Wyddfa tenía una visibilidad perfecta a muchas leguas de distancia entre los montes pelados y los brumosos valles. Algunas comunidades de aguerridos galeses que eran llamados por sus compatriotas como “los montañeses” estaban asentados en aquellos valles y eran los guerreros más fieros y peligrosos que podían llamar los príncipes celtas a la hora de enfrentarse a sus enemigos puesto que no sólo defendían su patria, sino que hacían la guerra con un salvajismo propio de otra era, mucho más cruel si cabe.

Yr Wyddfa parecía la guarida de una tribu de ogros. Un dólmen de fría y poderosa piedra con grabados era el dintel de la entrada del valle. Se contaba que el propio Myrddin - el Merlín de los cuentos- había construido aquel lugar. Luego, se adentraba en las faldas de la montaña de empinadas cuestas donde estaba la pequeña comunidad que era la propia alianza además de una arboleda oscura y profunda. Sólo los druidas podían entrar en esa arboleda. El resto de la comunidad aguardaba en los alrededores, en otras cabañas circulares o en alguna casa como la que habían hecho construir los hechiceros para disimular la verdadera naturaleza de la Alianza, y donde mantenía a los ojos de los extraños sus respectivas sanctae y laboratorios, así como su biblioteca exigua. Los druidas no eran muy dados a los libros, puesto que preferían la tradición oral.

Al final del valle, tres piedras antiguas como el mundo se erguían alrededor de un pozo de agua que parecía manar desde el corazón de la madre tierra.

Los romanos les habían intentado exterminar de manera exhaustiva una vez. Luego habían sido los propios compañeros magos de la Orden de Hermes, traicionando los juramentos de protección y amistad. Lo que ellos nunca comprendieron es que, los diedne eran también druidas, y estaban demasiado integrados a los ciclos de la vida como para simplemente morir y desaparecer. Aunque arranques toda la hierba del suelo, antes o después, la vida vuelve a abrirse camino. Y los druidas habían campeado aquel temporal una vez más.

Llueve en Snowdon y Dewydd espera en la entrada de la arboleda.

………………………..

Corre el año de Nuestro Señor de 1207 y la relativa paz se extiende por el corazón del reino de Gwynedd. Gobierna en Gwynedd el Príncipe Llywelyn ab Iorwerth, quien se hace llamar Tocius Norwallie Princeps, unas palabras que, para la inmensa mayoría de los galeses, carece de sentido alguno. En el valle de Conwy, está la aldea de Bryn Rhyd-yr-Arian y aunque por el valle han pasado ejércitos de distintos caudillos y príncipes en muchos conflictos, la aldea permanece segura en su bosque.

La aldea está formada por unas pocas cabañas de piedra, circulares, las clásicas casas celtas del Gales Profundo, rectangulares de piedra con techo de paja. Cuesta imaginar para el que no ha estado en Gales que haya aún unos lugares tan célticos que parecen casi sacados del tiempo anterior a la conquista romana, pero así es aún Gales, al igual que gran parte de Irlanda y Escocia. Son tierras pobres, muy pobres y sus gentes son muy duras. Y estos celtas, altivos y orgullosos, celosos de sus costumbres, sus lenguas y sus tierras, pelean como fieros lobos ante los leopardos de Inglaterra. Juan Lackland, llamado el Sin Tierra en Europa, amenaza con invadir una vez más estas montañosas tierras y sus profundos valles pese a que su hijastra está casada con el Príncipe. Pero los galeses son resistentes y conocen sus agrestes y hostiles tierras con mortal eficacia. Son arqueros temibles con sus arcos largos de tejo y no tienen clemencia en la batalla. Por supuesto, a los ingleses les sobran tácticas y armamento moderno, pero no se evidencian demasiado útiles en el mantenimiento del terreno. De este modo, y con determinadas alianzas, la calma se mantiene… de momento.

Nuestro Dewydd tiene siete años y está de pie en el turboso suelo de los campos poco generosos que rodean la aldea mientras sus hermanos y hermanas parecen intentar consolarle, aunque Dewydd no expresa la necesidad de ello ni parece lamentarse de lo que ve. Le quieren consolar porque su padre va a venderle. Esta mañana ha venido un viejo conocido de la aldea, llamado Glydwr 'r 'n goch – Glydwr el Rojo-. Es conocido por todos pues es un mago, un hombre que guarda la Antigua Tradición, un sabio. Un druida. Entre la gente del rural Gales la Antigua Tradición es algo que sólo se menciona en voz baja, con respeto, incluso en las tierras más cristianizadas y civilizadas. Nadie quiere provocar la ira de “el pequeño pueblo bajo las colinas” y otras criaturas de la Penumbra que acechan en el borde de la mirada o de los Viejos Dioses. Se hacen ofrendas disimuladas y se celebran oscuras fiestas que ya eran viejas cuando las sandalias de César pisaron por primera vez las costas de Britania.

Glydwr tiene el aspecto de ser un hombre viejo a los ojos del taciturno Dewydd, sin embargo no es tan viejo como puede parecer. Su espalda se mantiene recta y sus hombros son anchos y recios y sus ojos, aquellos ojos inteligentes y desafiantes, son de un claro azul. Viste con los pesados ropajes de uno de los clanes del sur, lo que le distingue a los ojos de cualquier galés de la zona que le mire, tiene el cabello rojo con algunas trenzas y un pesado torque de oro macizo le rodea el cuello y tiene una barbita suave y afilada. Y para quien sepa mirar, también puede encontrar algunos sutiles detalles que informan de sus quehaceres. Una espátula de bronce en el cinto y varias bolsitas cuelgan de su cinturón.

Llueve, como casi todos los días a aquella hora en aquella estación. Es una lluvia fina a la que las gentes del lugar están acostumbradas y moja a Dewydd que permanece de pie, indiferente a la lluvia. Sus hermanos y hermanas no ponen demasiado énfasis en su consuelo colectivo. Todos están incómodos cuando Dewydd anda cerca. Los animales se muestran agresivos, las tranquilas ovejas le rehúyen y hasta los gansos intentan picarle si se acerca demasiado. Además, siempre pasan cosas extrañas. Se corta la leche, se agria el cuajo y el fuego se vuelve menos cálido… o eso dicen los más supersticiosos. En cambio, para quien quiere ver las cosas de otra manera, también parecía que la hierba siempre estaba más fresca cuando las recogía Dewydd o que el chiquillo tenía los pies manchados por savia de las plantas… incluso cuando no había salido de casa.

Aquellas cosas habían hecho de la infancia de Dewydd algo bastante complicado. Su padre, Hwyel ab Rhodri, era un hombre libre, como casi todos los de la aldea y había luchado varias veces en las partidas de guerra de Llywellyn el Grande de modo que era un tipo alto y aguerrido. En su cabaña estaban su lanza, su espada y su escudo y una capa a cuadros con los colores de su clan y su hijo mayor, la viva imagen de su padre, heredaría en su momento. En cambio, Dewydd no se asemejaba mucho a Hwyel. Era delgado, de ojos verdes muy vivos, sereno aunque con una energía interior que parecía hacerle vibrar de una fuerza secreta que no estaba en sus músculos. El pelo lacio, de un marrón rojizo le caía desordenado y, si bien era un chiquillo agraciado, tampoco parecía tener solaz en la compañía de otros niños.

Unas cuantas monedas de plata cambian de mano y el padre de Dewydd le ordena al muchacho seguir a Glydwr. Dewydd no lo entiende. Es hijo de un hombre libre lo que le convierte en hombre libre de nacimiento y no puede ser vendido. Pero el argumento se le antoja fútil en comparación con la cantidad de plata que acaba de ver en la mano de su padre. Plata. Aquello aliviaría las bocas hambrientas de la familia durante bastante tiempo. Dewydd no responde. Silencioso, como casi siempre, el chiquillo se limita a caminar detrás de Glydwr. No sabe qué le deparará el futuro ni qué hará con él aquel hombre misterioso y de aspecto siniestro. Sin embargo, después de ver como sus propios padres le han vendido delante de sus propias narices, casi se alegra de irse de allí. Él no le gusta a los aldeanos y a su tierna edad ya está cansado de las miradas esquivas y las habladurías.

………………………….

- Es demasiado joven.
- Sólo para ser druida. No para ser mago.
- Pero nuestra finalidad es reconstruir la Casa. Cómo lo haremos si no somos capaces de aumentar nuestro número.
- Pues con confianza y seguridad. No todos los caminos tienen que ser iguales. Y él está preparado para empezar el suyo.

Hablaban en latín. Más que nada, por deferencia a los que no eran galeses. Había dos irlandeses y una inglesa, de modo que el latín era la forma más accesible para todos.

Ocho druidas presentes, seis hombres, dos mujeres. Más de la mitad de los druidas del mundo estaban ahora allí, en aquella arboleda secreta a los pies del Snowdon, entre grandes piedras llevadas hasta allí, según decían las leyendas, por gigantes. La lluvia no caía allí, puesto que la magia del lugar mantenía aislado aquel punto, secreto, sólo accesible para los iniciados. Siete de ellos permanecían allí de manera habitual, dado que aquella alianza era su hogar. A los ojos de la Orden, simples Ex Miscelanea sin ningún interés. En realidad formaban el núcleo de los supervivientes de la Casa Diedne, que se creía exterminada. El octavo era Glydwr el Rojo, uno de los errantes.

………………………….

La Corte del Príncipe Llywellyn era muy diferente a lo que se habría llamado una “corte” en otros sitios al igual que el castillo en el que residía era un castillo muy poco convencional. Una muralla rectangular de piedra rodeaba un patio que contenía varios edificios también de piedra en los que había guardias, caballerizas, armerías y las viviendas de los criados. A un lado, y sobre un replano, otro edificio, de dos plantas, a la sazón de piedra y que tenía una torre redonda desafiante en el que ondeaba el estandarte de la Casa Real, rojo y oro con cuatro leones.

Por supuesto, en los alrededores había más casas, algunas cabañas y, hasta un molino. Y eso era Garth Celyn, la capital de Gwynedd.

Era pasada media noche y los guardias dejaron pasar sin preguntas a Glydwr el Rojo que iba seguido de cerca por Dewydd tan pronto como llegaron a la puerta de la fortaleza. Acababa de comenzar el año 1212 y era un momento crítico para “Pura Wallia”. El rey Juan Sin Tierra de Inglaterra había invadido hacía dos años Gales, con la ayuda de poderosos señores ingleses. Si bien la eficaz defensa de los galeses de sus tierras daba muchos quebraderos de cabeza a los invasores, también era cierto que las fuerzas de los ingleses eran un problema para el Príncipe. Juan se había aliado con otros príncipes galeses, a los que se había ganado con mucho oro e inmensas promesas. Pero Juan también era un inepto en muchas cuestiones, entre ellas, la propia política, pese a lo mucho que se esforzaba y hasta el Papa de Roma había declarado un interdicto contra Juan y su reino.

Ahora, Llywellyn pedía en consejo de quienes consideraba oportuno. Si bien la presencia de alguien de la Antigua Tradición no estaba bien vista en la Corte, por lo que se hizo venir a Glydwr a aquellas intempestivas horas.

Era la primera vez que Dewydd entraba en Garth Cely, y aunque no sería la última, siempre sería con su maestro. Dewydd había crecido. Ahora era el aprendiz de un mago, un miembro de una secreta orden de poderosos hechiceros de toda Europa que existía hacía siglos y que rendían homenaje a un dios griego llamado Hermes. A la vez, Dewydd pertenecía a un círculo aún más oculto, más misterioso, tan secreto debía ser que, si se le descubría, los propios miembros de aquella orden a la que iba a pertenecer cuando pasase el guantelete estaban dispuestos a quemarle vivo. Era el aprendiz de un diedne.

Había crecido en poder, en conocimiento, en inteligencia y en cuerpo. Ahora era un muchacho más alto, de mirada intensa y faz agradable. Seguía portando la piel frecuentemente sucia, por pasar casi todo el tiempo en los bosques y páramos con su maestro, quien le instruía con intensidad, pese a carecer de muchos útiles como laboratorios y libros en cantidad. Sí, tenían un hogar propio, en los bosques y allí había un laboratorio y algunos libros. Allí había aprendido latín y se le había enseñado la teoría de la magia tal y como se la conocía. Pero también había armonizado su naturaleza con los ciclos de la vida y de lo salvaje. Adoraba a dioses que ya eran extraños para la gran mayoría de sus compatriotas y que pertenecían a las leyendas y los cuentos más que a una fe asentada como era la Iglesia Cristiana. Y no había sentido un especial interés por la religión, pese a los esfuerzos de su maestro. Por supuesto, era un iniciado en los secretos druídicos y tenía una gran perspicacia. Sin embargo había pasado tanto tiempo en aislamiento con su maestro y sus estudios que se había vuelto un muchacho bastante más introvertido si cabe.

Los guardias y personal les llevaron la plaza de armas hasta la casa grande de piedra y, una vez dentro, fueron hacia la alta torre por la que caminaron por detrás de un criado de elegantes ropajes hasta una habitación de gruesa puerta.

Dentro había una cámara privada. Una cama con dosel, una mesa grande con documentos y una silla de cómodo respaldo y un conjunto de armas y armaduras sobre unos baúles y cofres. También había un hombre. Era alto, regio, con un grueso mostacho y unos fuertes ojos claros. Su mirada era la de un hombre que sabe lo que quiere y cuando lo quiere. Junto a él, cosiendo a la luz de una vela, una dama también de regio porte. Sus ojos son azules como el cielo soleado y sus cabellos se entrevén en una cofia blanca, dorados, trenzados. Pese a que hay algo en ella que no parece encajar en aquello, también tiene el aspecto de una mujer de poder, acostumbrada a lo más complicado de la política y de la astucia palaciega.

Glydwr hizo una reverencia y Dewydd, tal y como ya le había dicho su maestro que hiciese, hincó una rodilla y mantuvo los ojos gachos.

- Me alegro que hayas venido, Glydwr. – Dijo en galés el hombre bigotudo
- Siempre a vuestro servicio, majestad. – respondió el druida.
- Este muchacho…
- Es Dewydd, mi aprendiz. Vuestra majestad no debe preocuparse, no habla inglés, no nos entenderá.
- Dewydd, eh? Ven aquí, muchacho. Ordenó y el chico se apresuró a obedecer. – Sabes quien soy yo?
- Sois el Príncipe Llywelyn Fawr, señor de Gwynedd, majestad.
- Y esta dama? Señaló a la mujer que les miraba con expresión atenta.
- La dama Juana, supongo, vuestra esposa. La hijastra de Juan Plantagenet, el rey de los ingleses, majestad
El hombre sonrió. Juan Sin Tierra era un hombre lleno de frustraciones que buscaba consuelo en muchas pasiones, entre ellas, las mujeres de cualquier condición por lo que había engendrado muchos hijos con poca discreción. Y Juana era una de ellas aunque nadie parecía conocer la identidad de su madre.
- En esa caja de la mesa hay dulces y vino. Come y bebe cuanto desees. – Le dijo a Dewydd. El muchacho miró a su maestro, quien le concedió permiso.
-
El príncipe miró a Glydwr y le hizo un gesto para que se sentase. Juana, por su parte, sirvió vino a los cuatro y los tres adultos comenzaron a hablar, en inglés, mientras miraban los mapas de castillos y tropas en la mesa. Dewydd comía dulces y miraba los dibujos, sin comprenderlos ni entender las palabras que los demás pronunciaban en aquella lengua que le era desconocida por completo. Ahora bien, hubo algo que sí comprendió: la esposa del príncipe participaba en las deliberaciones y planes de guerra y política como si fuese un hombre más. No había distinción de sexo en algunos niveles de la vida o en algunos momentos. Aquella mujer, fruto de la unión entre la más alta cuna y otra de condición tal vez más humilde, podría parecer una dama de piel suave entre terciopelos y caras pieles, pero tomaba parte en las decisiones que afectaban a los destinos de naciones enteras.

Al rato, con la barriga llena de aquellas exquisiteces que no eran algo frecuente para él así como acunado por los vapores del fino vino de los príncipes, Dewydd se quedó dormido mientras los mayores planeaban la expulsión de los ingleses de Gales.

………………………………

- A Fudarus? Ni siquiera habla inglés y le vas a dejar solo, en Fudarus? En la Domus Magna de los Tytalus?
- Sí, si pasa el Guantelete. – Respondió Glydwr
- Me parece una temeridad muy grande. – Protestó el viejo Yhwrl, jefe del Círculo.
- Pues a mí me parece bien. Dijo Slàinidh McMuireall, la maga escocesa de aquel círculo. Todos la miraron con curiosidad. Somos demasiados en Stonehege. Si seguimos aumentando nuestro número en el Tribunal, corremos el riesgo de llamar la atención. Hubo un murmullo de aceptación.
- En ese caso estamos de acuerdo. Le mandaremos a Fudarus, pero primero le haremos el Guantelete. Concluyó Glydwr.

…………………………………..

Su piel era fina y blanca, quizás más aún por la omnipresente harina dentro del edificio. Fina, blanca y tersa. Y muy sensual. Sus manos recorrían las curvas de ella con una mezcla de fuerte y cuidadosa pasión mientras ambos se desvestían mutuamente.

Glydwr había ido con la mayor parte de la gente de la aldea a interceder entre los aldeanos y “la Buena Gente” que habitaba una parte del cercano bosquecillo. Los duendes habían causado todo tipo de estropicios y parecían enfadados y los lugareños habían rogado a Glydwr el Rojo su intervención para evitar que acabase habiendo algún percance grave.

Mientras Dewydd se había quedado en las cercanías del pueblo, paseando por la rivera del arroyo que alimentaba las palas de molino porque Glydwr prefería que la “Buena Gente” no aprovechase la ocasión para hacerle al joven aprendiz alguna trastada. Claro que el silencioso muchacho no estaba en aquel sitio por casualidad. Ya había pasado en otras ocasiones por allí con su maestro y conocía a la hermosa hija del molinero. La conocía muy bien. La conocía incluso en el sentido bíblico de la palabra.

De modo que ambos jóvenes se escondieron en el recio molino, aprovechando la ausencia de todos los vecinos del lugar y dieron rienda suelta a su pasión adolescente con desenfreno y energía. Al ritmo de las palas de la rueda del molino y del resto de estruendosa maquinaria, ambos luchaban por desnudarse entre los sacos de harina y grano.

Dewydd es ya un muchacho de 16 años, recio y bien parecido. Sus ropas son discretas y sólo la capa y la fíbula con las hechuras célticas le delatan como un galés a los ojos de un extraño. Su pecho es fuerte, aunque su cuerpo es delgado y pálido como un joven álamo y en su cara aparece una barba clara que no parece decidirse a asomar del todo. No es muy bueno en palabras ni en hacer amigos, pero tiene una simpatía propia tras los tímidos tartamudeos cuando se ve obligado a hablar.

La ropa de ambos va cayendo caóticamente en el suelo. La bolsa del chico, con sus apuntes y sus útiles de escritura es lo único que parece haber dejado a un lado de manera cuidadosa. Ahí lleva también algo que muchos consideran de un inmenso valor, vis, magia pura.

Ahora, Dewydd, ya lucha con los cordones de sus pantalones de cuero blando que parecen resistirse y tiene que evitar concientemente usar la magia delante de la muchacha para acabar con aquella traba que le impide entregarse al placer carnal hasta que toma la daga que lleva colgada del cinturón y rompe los cordones de un tajo para solaz de la joven chica que le recibe como se merece entre sus ardorosos brazos.


…………………

- Ven. Le dice Glydwr a Dewydd saliendo de la arboleda sagrada. El aprendiz le sigue, obediente y, juntos, caminan entre viejos robles, encinas y otros árboles, todos antiguos, todos adornados con respeto. Entre las raíces se ven muchas piedras marcadas con extraños grabados de oscuro significado y, en ocasiones, al joven la parece ver algún hueso rodeado por musgo y plantas. O tal vez es sólo su imaginación.

Finalmente llegaron al punto en el que se reunía aquella comunidad secreta. Los ojos de todos los diedne miraron al chico con curiosidad y brillaban con décadas de estudios y de conocimientos ocultos.

- Bienvenido, Dewydd ab Glydwr. Dijo el anciano Yhwrl en latín. Nos alegra que hayas completado tu aprendizaje.
- Gracias, Sabio Yhwrl… - Respondió el chico. Pero mi aprendizaje no acabará hasta el día que muera.
Todos asintieron con una sonrisa.
- Morirás. Hoy. Y si los Dioses quieren, volverás a nacer. Dijo Slàinidh. Estás listo para tu Guantelete?
- Lo estoy.

…………………….

Se acerca el final del otoño de 1219 y Dewydd y su maestro se apartan un poco de su camino para subir una colina desde donde divisar el valle. Es el valle del Támesis, aquello es Inglaterra y la ciudad que ven los ojos de los dos diedne es la más importante y grande de la Gran Bretaña: Londres.

Juan Sin Tierra ha muerto hace tres años casi exactamente y dejó a un niño, su hijo, como rey. Enrique I tuvo que ser tutelado por William Marshal, el más poderoso señor de las Marcas Galesas quien actuó como regente con el legado Papal, Peter de Rosches como ayuda. Ambos tuvieron que rechazar un levantamiento apoyado por el rey de Francia que envió un ejército a Inglaterra para apoyar a los barones levantiscos contra el niño rey. Pero Marshal y el obispo destruyeron los sueños del rey de Francia de gobernar a ambos lados del Canal de la Mancha.

La ciudad que ven los dos hombres es muy grande. Dewydd jamás había soñado que pudiese haber una ciudad tan grande. Nada en Gales se le asemeja y empieza a comprender que el mundo es mucho más grande lo que su provinciana mente sabía hasta entonces. Sin embargo, como druida sabe que hay pautas y ciclos que se repiten en todo el mundo: vida y muerte, noche y día, verano e invierno…

- Iremos al puerto. Con suerte encontraremos algún barco que nos deje en París. Si no, iremos hasta Southhamton y allí encontraremos alguno con toda seguridad.
- Esta es la capital de Inglaterra? Señaló un castillo alto de paredes de piedra blanca.
- No. La capitana está donde esté el rey… y el rey va y viene a su voluntad. Eso es la Torre. Dicen que Julio Cesar la costrulló en ese punto y que todos los grandes reyes la han hecho más y más grande. Lo que ves ahora es como lo dejó Guillermo el Normando.
- El que le quitó el reino a los sajones.
- Sí, ése. El Tesoro del Reino está en Westminster. Señaló rió arriba. Allí es donde suele residir el rey en la mayor parte de las ocasiones que esté por la zona.
- Por qué no en la Torre?
- La Torre no es precisamente cómoda para un príncipe. Es una fortaleza militar, una prisión. Un recordatorio para que los londinenses tengan muy presente quien manda. Se adelantó a la pregunta de Dewydd. Los londinenses son la gente más rebelde del mundo. Son levantiscos y alborotadores. Les gusta alzarse contra sus señores y contra los príncipes con cualquier excusa.

Luego señaló a un costado.

- Mira. Hoy es viernes, es día de mercado y día de mercado de caballos también. Iremos por allí, aunque debes tener cuidado. Los señores y barones vienen al mercado para comprar y habrá mucha gente. Ambos llevaban ropas discretas, salvo la capa y la fíbula, de diseños celtas. Glydwr hablaba un inglés fluido, aunque Dweydd seguía sin entender ninguna frase entera. Era su pequeña rebelión personal contra los ingleses, su pequeña parte de orgullo patriótico. Allí lejos, en Gales, Llywelyn se había alzado contra los ocupantes, arrebatándoles los territorios que habían asaltado y uniendo a los señores galeses contra los ingleses una vez más. Luego, se había convertido en el líder supremo de todas las tierras liberadas. Ahora sí era Llywelyn Fawr, Llywelyn el Grande.


………………..

Han pasado unas semanas y los dos hombres han bajado en París. El viaje en el barco sólo había sido el primero de otros muchos y muy largos que Dewydd iba a realizar en su vida, pero aquello aún estaba por llegar. París era aún más grande que Londres si cabe. Y más impresionante. Allí había una Universidad, la Sorbona, que servía para que los sabios y eruditos a sueldo del rey de Francia aprendieran y escribieran leyes para hacer de su reino un lugar más civilizado. Leyes de hombres para hombres.

Glydwr no quiso esperar ni un día en París y acompañó a Dewydd por el camino del sur, a pie, durante dos días, guiándose por senderos del campo más que por las rutas principales. Hablaba con los lugareños en francés con la misma facilidad que había hablado en inglés con los londinenses y no tardaron en llegar a Fudarus. Quizás era la estación, pero en Francia también llovía con lo que Dewydd volvía a estar empapado.

- Bien, Dewydd. Dijo al pie del sendero que subía a una inmensa fortaleza que era la sede de los Tytalus, una de las casas más aguerridas de la Orden. Le entregó una pesada bolsa llena de monedas de plata, una espada y una carta de presentación para los Tytalus. - Aquí nos separamos. Dale a los Tytalus los peones de vis que te quedan en tu bolsa, así aceptarán tu presencia con hospitalidad. Y si te ven con la espada, te respetarán como hombre, pues los Tytalus respetan el valor y el coraje. Procura encontrar una alianza que te acepte. Búscala que sea una alianza joven, de magos jóvenes. No tienen el cerebro demasiado lleno aún y será más fácil que te acepten. Sé discreto y procura no llamar la atención de los ojos malvados. Aconseja y protege a tus amigos y aliados, sé honorable y mantén el equilibrio de las cosas. No rebeles la verdad de tu linaje ni permitas que se sepan nuestros secretos. Sé humilde, procura que la ambición no ciegue tus metas. El poder no lo es todo, la sabiduría es más importante. Deja que otros se ahoguen en su ambición, tú nada hasta nuevas orillas y busca las respuestas que tu corazón te llame.

- Maestro… Dewydd estaba conmovido y abrumado por la despedida. Por suerte, las lágrimas se fundían con la lluvia que le empapaba la cara. Volveremos a vernos?
- Por supuesto. La vida es…
- … como una rueda. – Terminó la frase el joven mago. Siempre acaba volviendo al mismo punto. Ambos se dieron un abrazo.
- Cuídate, Dewydd . Le dijo con un guiño mientras se ponía en camino
- Cuídate, maestro.

Bajo la lluvia, el joven vio como el maestro galés se marchaba por un camino sinuoso que llevaba a una arboleda. Aquello era la Galia, y allí también quedaba algún druida. Sin duda, Glydwr, estaba aún en casa. El diedne le había comprado por una bolsa de plata y él le había conseguido respetar y querer como maestro y como padre.

Unos instantes después, el puente levadizo de Fudarus que estaba tendido sobre el foso encharcado resonaba ante los pasos del galés hasta detenerse frente a unos guardias malcarados y con fuertes lanzas que se alzaban hacia el plomizo cielo. Llovía. A cántaros. Y Dewydd estaba empapado. Sus botas tenían manchas de hierba fresca, pese a haber estado andando por un camino embarrado y, en su fuero interno se preguntaba si con tanto mojarse, acabaría saliéndole musgo.


- Quiero ver a los señores de Fudarus. Soy Dewydd ab Glydwr ex Miscelanea.

..........................................

Han pasado varios meses. El frío invierno ha sido suave en Fudarus y la primavera ya comienza a permitir que el sol brille con más fuerza. Los campos de Francia son de un hermoso verdor y Dewydd siente agradecido como su calor es capaz de calentarle. Ha hecho algunas tareas para los Tytalus, cosas poco relevantes, pero que era necesaria la mano de un mago y no la de un mundano. Pese a que le permiten entrar en la biblioteca y le tratan con cordialidad, Dewydd ha decidido dedicar su tiempo libre a aprender a manejar la espada, de modo que le pidió al Maestro de Armas de la fortaleza que le diese lecciones.

Se está secando el sudor tras una mañana de entrenamiento cuando Albert, el autócrata de Fudarus viene a hablar con él. Han llegado unos magos jóvenes, de una alianza recién fundada. Los Tytalus piensan que se adapta a las espectativas de Dewydd y le aconsejan que se entreviste con ellos. El joven diedne enfunda la espada, se pone una camisa y sigue a Albert para hablar con los magos que forman la alianza llamada Auriga Maris.

Su intuición le dice que la aventura acaba de empezar.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty Sangre en la nieve.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:40 pm




8 de Noviembre de 1220AD, 1359 AA.

Loados sean los Hijos de Dôn y los Hijos de Llyr.


Seguimos en las nevadas y frías tundras del norte de Rusia, en la República de Novgorod. Suelen decir, y yo doy fe, que Gales es un país pobre. Al menos es un país. Aquí sólo hay una estepa interminable de nieve, ríos y lagos helados y lobos. Por suerte nuestra magia nos permite tener unas ropas siempre calientes y que templan nuestros cuerpos pese al frío.

El día que pensábamos celebrar el Galan Gaeaf amaneció fresco pero sin nevada. Anduvimos por la rivera sur del lago Onega en busca de la fuente de vis de Fudarus, aunque no sabíamos que aspecto tenía. Con nosotros viene nuestro cartógrafo, Muh, que es mudo, como ya recordarás, querido lector. Muh vio en el interior del lago, que está congelado, un árbol. Ello nos sorprendió, así que nos pusimos camino de ese árbol dejando atrás a los custi. Sólo Muh, Pérle, Anwynn, Samael y yo además de nuestro guía nativo. A nuestros pies, el hielo crujía, pero el guía parecía convencido de que el paso era seguro. De repente, Pérle se hundió en el agua helada cuando la superficie congelada se quebró a sus pies. El guía y Muh echaron cuerpo a tierra, supongo que temerosos de que el hielo se resquebrajase a sus pies también, pero nosotros no podíamos quedarnos quietos mientras nuestro consors se ahogaba bajo los hielos. Yo creé una red de sarmientos y lianas que crecieron por el hielo y se hundieron en el agujero para que le sirviese a Pérle para salir a la superficie. Anwynn no dudó en correr y saltar en busca del Flambeau. Unos instantes noté tirones en la liana e hice que las plantas tirasen hacia fuera del agua de modo que salió Anwynn quien agarraba a Pérle, que estaba inconciente y ambos heridos por el roce con el afilado hielo. Le quitamos la ropa a ambos y yo vestí a Pérle con la mía. Sabrás, querido lector, que el cuerpo humano puede morir si es expuesto a un agua tan fría de esa manera, por eso no dudé en quitarle aquella mortaja y substituirla por la seca y caliente que yo llevaba. Anwynn sólo tuvo que usar su magia para librarse del agua helada. Volvimos rápido con el inconciente Flambeau a la orilla y pasamos la noche allí entre grandes hogueras hasta que recuperó la conciencia y el cuerpo de ambos se reestableció.

Fue en esta ocasión la primera vez que vimos la magia del extranjero Samael funcionar. Y he de decir que me pareció de dudosa fortuna. Mientras Anwynn y yo intentábamos rescatar a Pérle, Samael se sentó en el suelo y comenzó a cantar en su extraña lengua. Y así estuvo un rato largo hasta que, cuando ya nosotros estábamos regresando hacia la orilla, él levitó. Y nada más. Eso fue todo. No entiendo la utilidad de esta magia misteriosa suya.

Bien, el Maestro Pérle se recuperó y se mostró honorablemente agradecido con nosotros. Por supuesto para mí, y sé que para mi compatriota, la vida de nuestros consortes, más que sodales, es muy valiosa y por supuesto no íbamos a dejarle perecer. Ahora ya todos bien, decidimos ponernos camino a aquel misterioso árbol en medio del lago helado. Sin embargo habíamos perdido a nuestro guía que había huido al vernos usar nuestra magia. Para evitar otro desastre, optamos por levitar todos y marchamos por encima de la helada superficie, usando bien unos remos improvisados, bien el empuje del viento.

El árbol era un tronco sin hojas en medio de un diminuto islote. ¿Podría ser este lugar la fuente de vis? Usamos nuestra magia para confirmarlo pero obtuvimos resultados diversos y contradictorios. Al final decidimos que, si bien era posible que tuviese algún tipo de conexión mística (como el lugar de martirio de algún santo cristiano, quizás), no era nuestra fuente de vis. Volvimos a la orilla y proseguimos nuestro camino por la rivera del río. Aquí descubrimos algo sobre Muh y es que es un zahorí. Ello nos ayudó a decidir que no era nuestra fuente de vis. Ya cansados de los cortos días de pocas horas de luz, esta noche usamos la magia para avanzar más rápido aunque Samael se pasa el día cantando. No me extraña que expulsen a los judíos de las ciudades de los cristianos.

A la mañana siguiente, Muh vio una pequeña colina nevada unos kilómetros al sur. Dado que la tundra que estábamos cruzando en la orilla del lago era plana y desierta, pensamos que podría ser interesante explorarla así que nos encaminamos allí. De nuevo, la habilidad de zahorí de Muh fue útil pues, con la ayuda de un peón de vis Vim que portaba Samael, encontramos que allí había algo mágico enterrado. Escarbando encontramos un altar de piedra con una oquedad y un canal tallados que se precipitaban al suelo.

El Maestro Pérle comenzó a fundir la nieve del alrededor para descubrir que era una especie de pared de piedra de dos yardas de altura, circular, en cuyo centro, también de piedra, había un altar, al parecer, de sacrificios. Mientras yo estudiaba las propiedades mágicas del altar con tan mala fortuna que, en una reacción adversa de la magia que usaba, salí despedido. Pérle no pudo evitar que su rayo de luz, que es ardiente como el fuego, me impactase en el cuello y me causó una grave quemadura que creo que me va a dejar una fea cicatriz hasta el hombro. Aunque me curaron, no pudieron hacer más por mí, dado que la herida propia ya estaba cauterizada por el propio fuego.

Después de este incidente, seguimos nuestra investigación. Dado que parecía algún tipo de altar de sacrificios, decidí ofrecer una manzana en ofrenda a la diosa Dôn, madre tierra, con la ayuda de Anwynn, ya que ambos somos creyentes de la Antigua Religión. Pero no tuvo efecto alguno salvo causar comentarios burlescos de Samael. Supongo que alguien que pone pega a las comidas y al caminar por mandatos de su dios debería ser más tolerante con las creencias ajenas, pero este es un mundo extraño y complejo.

Esta vez, los cantos de Samael fueron útiles, puesto que se comunicó con la piedra del altar. Supimos que hacía mucho que no se usaba y que se le hacían sacrificios, de animales y tal vez personas. Tras muchas dudas, se me ocurrió algo. Tomé mi daga curva de oro (esta daga la encontró mi maestro en los restos de una alianza vieja en ruinas y me la regaló cuando pasé mi guantelete. No tiene propiedades mágicas, pero es bella y noble). Puse su afilado lado en mi mano y la corté, dejando que mi sangre manase hasta la roca del altar.

Entonces pasó algo misterioso. El charco de sangre se precipitó por el canalillo y corrió por él como una sola gota gigante, sin cuajarse, helarse o separarse, de manera ciertamente poco natural hasta desaparecer por el agujero de la pared. Instantes después y por el lado opuesto, donde también hay un agujero, salió una masa gelatinosa que descubrimos fácilmente, era un peón de vis Vim. Habíamos encontrado entonces la fuente de Vis de Fudarus.

Ahora se trataba de saber cuánta vis tenía acumulada. Cada uno de nosotros ofreció su sangre en sacrificio y el resultado fue el mismo. Cuatro peones de vis. Luego, pedimos un voluntario entre nuestros custi, a quien ofrecimos un chelín. Esta vez, en cambio no hubo resultado en forma de vis. Pensé que podría ser que los sacrificios que requiriesen fuesen mayores para esta recompensa, como la sangre de un mago. De modo que nos quedaba otro sacrificio que ofrecer: una vida.

Por supuesto, no pensamos siquiera en un sacrificio humano, y menos de nuestros grogs, ni siquiera el Maestro Pérle, quien estaba entusiasmado con el descubrimiento pensó que la idea fuese sopesable. Pero sí podíamos ofrecer otras vidas, como animales. Ya era de noche, así que decidimos atraer animales salvajes con un cebo. Creé un reno muerto y eviscerado y mis sodales hicieron que sus aromas se esparciesen rápidos por la tundra. Al poco llegó una bestia, algún tipo de can, pero escapó de nuestra trampa. Por suerte, el segundo fue capturado.

Aunque el animal asustado intentaba zafarse de nuestras manos, le pusimos en el altar y oficié un nuevo sacrificio, que de nuevo ofrecí a Dôn, para ganarme sus bendiciones para todos nosotros. La sangre manó del animal y corrió por el canalillo hasta desaparecer por el agujero de la pared para aparecer una inmensa masa gelatinosa por el otro lado. Según nuestros cálculos, el equivalente a sesenta peones de vis Vim. Repetimos el experimento con otra bestia, pero ya no salió más. Sin duda esta era la cantidad acumulada durante el tiempo que había pasado desde que se usó por última vez la fuente de vis.

Así pues, lector, esta era la fuente de vis Vim que buscábamos para Fudarus. Tenemos sesenta y cuatro peones de vis, aunque su aspecto nos hace pensar que es de difícil mantenimiento. Deberemos pensar en la manera de transportarla raudamente hasta nuestros laboratorios en el Odín (a la sazón en Riga) o bien usarla de manera provechosa antes que dejar que se eche a perder. Veremos si conseguimos una solución para este dilema.

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La Crónica de Auriga Maris  Empty Las Frías Tierras del Noreste.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:41 pm



30 de Noviembre de 1220AD, 1359 AA.

Sanos y salvos, querido lector, hemos regresado a la civilización.

O al menos, a algo muy parecido, aunque este país es muy exótico, mucho más que las costas mediterráneas de Iberia.

Nóvgorod es una república de inmensos territorios. Muchos ríos y riachuelos, pantanos, estepas y praderas, todas nevadas. Escasos caminos, aldeas muy pobres e iglesias de exótico diseño. Es una república, que es un gobierno en el que no hay príncipe y donde mandan unos comerciantes denominados aquí como "boyardos". Casi nadie habla latín, ni ninguna lengua que nos sea familiar, sino algo que denominan "eslavo". Las gentes son muy rubias y de ojos muy claros, como los nórdicos, pero de rostro más suave. Los campesinos son muy pobres y los comerciantes lucen maravillosos ropajes y elegantes sombreros. Este debe ser un país hermoso en verano, si es que hay verano en estas tierras.

Por nuestra parte, procedimos a ponernos en camino para llevar lo antes posible nuestra inmensa cantidad de cuajo de sangre que contenía la vis Vim hacia el sur. Establecimos un plan. Samael iría usando su magia, volando hasta Riga, donde estaban nuestros barcos, con la intención de portarnos un libro que contiene un hechizo para reunir la vis en una porción más concreta y fácil de soportar pues debían ser unas cinco Toneladas Largas de cuajo de sangre. A cierta distancia, para evitar accidentes, el Maestro Anwynn y yo creamos una carreta muy grande para portarla. Sin embargo, el peso era tan grande y careciendo de animales de tiro, nuestros grogs quedaron prontamente fatigados, de modo que procedimos a usar la magia también para moverla. Yo era el que lo hacía, subido al carro, y fue una suerte que en aquellas tierras desérticas no encontrásemos a nadie, puesto que habría sido muy llamativo un grupo de más de veinte hombres con una carreta que se movía sin caballos ni bueyes.


Llegamos a la ciudad de Beleezero o algo así, donde nos detuvimos. Pronto descubriríamos que sería la tónica general en las ciudades de estas tierras no sólo que su población no hablase latín, sino que sus pueblos y pequeñas ciudades subiesen una empalizada de madera rodeándola, casas de troncos de techos muy inclinados, y los caminos de las calles formados por maderos colocados unos junto a otros para evitar que la humedad formase barrizales. Intentamos hablar con el sacerdote local, por si comprendía el latín, pero fue infructuoso. Por suerte, unos guardias que pasaban por allí nos pudieron comprender y nos ayudaron a comprar un carro, varios renos para que tirasen de él y algo de comida, de modo que pudimos continuar nuestro camino hasta Novgorod.

En el camino, nos alcanzó de nuevo Samael, quien portaba nuestro libro, pero también estaba muy herido porque, según nos contó, en el viaje le había atacado un grifo muy peligroso y se había salvado de milagro. No quiso que le atendiésemos porque, según decía, él mismo podía hacerlo. Así que, con el hechizo del libro, pudimos reducir el cuajo a dos toneladas, que seguía siendo mucho, pero considerablemente menos. Skadi, insistió en hacer algo con el cuajo restante, como cocinarlo, aunque no le dio mucho resultado.


Tras varios días, llegamos a salvo a la ciudad de Novgorod, que está situada entre boscosos ríos, lagos y bellas tierras, mucho más habitadas que las que hasta ahora nos habíamos encontrado, pero igual de frías y exóticas.

Novgorod es una ciudad bastante hermosa. Está atravesada por un río ancho, que cruza un largo puente y rodeada por una alta muralla roja, cuyas torres y almenas tienen tejados muy inclinados. Dentro, hay otra muralla, protegiendo otros sectores de la ciudad. Creo que, a esto, le llaman kremlin. Las casas son de diseño exótico, pero de manufactura basta. Sin embargo las decoran con maderas pintadas. Es una ciudad muy comercial y próspera. Por lo que me he enterado, la República de Novgorod es el Principado más importante de Rusia y rivaliza con el Reino de Suecia y con los Caballeros Livonios de la Espada. Nos detuvimos allí lo justo para encontrar el camino a la alianza.


La Alianza de los Tres Lagos, o Alianza de Novgorod, es la principal alianza del Tribunal, y sede del consejo del Tribunal. Cuatro altas torres de piedra con unos tejados en forma de bulbo son la parte principal de la alianza. Luego, un conjunto de chozas de madera y una empalizada de troncos de madera, cierran el lugar.

Pronto nos dimos a conocer y nos atendió el autócrata, aunque exigimos hablar con algún magus, y así fue como conocimos a Elheana ex Bjornaer. Cual fue nuestra sorpresa cuando vimos que Elheana tenía exactamente el mismo aspecto de la mujer cuervo que nos avisó en el barco, estando en el Atlántico y que había avisado antes en el Báltico con extrañas profecías. Sin embargo, Elheana negó ser esa persona y pareció muy sincera cuando se lo comentamos, aunque Anwynn cree que estaba borracha.


Elheana fue muy cortés y hospitalaria. Nos presentamos como miembros del Tribunal y fuimos bien acogidos rápidamente. Accedió a nuestra petición del uso de un laboratorio, así como a acogernos el tiempo necesario, sin pedirnos pago a cambio. Como el Maestro Pérle es el más experto en estas tareas, se encargó él de realizar los trabajos sobre la vis Vim.


Los demás no teníamos mucho que hacer. Sé que Anwynn fue a buscar duendes con escaso éxito y, en algún día, fuimos a Novgorod, a ver el mercado, pero no sacamos nada especial de allí. Yo pedí al jefe de la guardia de la alianza que me ayudase a entrenar con la espada y, cuando no lo hacía, iba a observar a los campesinos y lugareños de los alrededores. Al fin y al cabo, no me necesitaban para nada.


Hasta que hicimos un descubrimiento. Damagus ex Tytalus estaba en la Alianza también como huésped y pidió reunirse con nosotros. Avisamos aSamael de este hecho y accedió a acompañarnos, a la vez que planteó la petición de entrar en nuestra alianza. Por supuesto, en las circunstancias en las que estábamos, los magi prefirieron dejarle claro que tendrían que conocer los motivos por los que Damagus le perseguía. Samael nos explicó que Damagus le perseguía a él y había matado a su pater por racismo.

Finalmente, hablamos con Damagus y cenamos. Había alguna tensión, pero finalmente se aclaró todo. Damagus no perseguía ya a Samael y daba por concluida su guerra de magos, tal y como estaba estipulado en las reglas de la Orden. Tampoco nos implicaba a nosotros en su trifulca. Sin embargo, durante la conversación salió a la luz una serie de comentarios sobre Pérle que, luego, él nos aclaró. Pérle desea ser hoplita, o mejor dicho, es una posibilidad que está planteándose. Se puso nervioso, porque pensaba que a nosotros nos podría disgustar que entrase en política y que, quizás acabase siendo un quaesitor. Es cierto que Anwynn no le hizo especial gracia – evidentemente por la mala experiencia que tuvimos con Eudoxia – pero a mí no me incomoda. No tendría sentido, primero porque no actúo contra el Código en ningún momento ni tengo nada que ocultar y, segundo, porque confío plenamente en Pérle, al igual que en Anwynn y Ofelia..


Al día siguiente, nos reunimos con Elheana, con quien los magi conditori hablaron de las relaciones entre ambas alianzas así como algunos acuerdos, lo que incluía el que fuese allí donde se recibiese nuestra correspondencia de parte de los Mercere.


Así que, querido lector. Nuestro viaje en Novgorod está próximo a su fin. Te confesaré con sinceridad, que echo de menos nuestro hogar en el Odín, si bien, jamás habría pensado que llamaría hogar a un barco. Pero este ha sido un viaje duro, largo y muy frío. Quedan muchas dudas aún por despejar. ¿Por qué la mujer-cuervo se apareció con el aspecto de Elheana ex Bjornaer? ¿Qué pretende Damagus? ¿Por qué los grifos atacaron a Samael? ¿Dónde están los duendes de Rusia? ¿Dejará de cantar Samael o montará un espectáculo de juglares? ¿Será Pérle un quaesitor? ¿Conseguirá Skadi hacer morcillas de sangre mágica de lobo?


Quizás en la próxima ocasión, pueda responder a alguna de estas dudas y misterios.


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La Crónica de Auriga Maris  Empty Todo tiene un comienzo.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:41 pm






1 de Diciembre de 1220AD, 1359 AA

En estos días de los que dispongo de mucho tiempo libre en este frío otoño en Nóvgorod he pensado, querido lector, que querrías conocer algo más sobre nosotros a parte de nuestros viajes. Por lo tanto, y dentro de lo que son mis deberes hacia Auriga Maris, he decidido dejar constancia de nuestras personas y de cómo se creó esta Alianza.


Según se me ha dicho, podríamos remontar el comienzo de la creación de la Alianza a Londres, en el verano de 1219. Allí, en una posada donde los magos de la Orden se hospedan cuando pasan por Londres, se conocieron William de Chelmsford ex Bonisagus y Anwynn ex Merinita.


William de Chelmsford es un hombre algo mayor. Todo un erudito en las ciencias y artes de los mundanos. Le llaman un “magister in artibus”, un sabio doctor de lógica y las ciencias de los romanos. Por lo visto, vivía en la ciudad real de Oxford con su esposa, de donde fue expulsado por una disputa con otro profesor de la Universidad de allí, quien era amigo íntimo o pariente del sheriff, por lo que, para evitar problemas a la Orden, William se marchó. Aunque podría haber ido a Scholla Pythagoranis, donde tenía amigos, se dirigió al extranjero con la compañía de su amigo mundano, el doctor Jean Luc D'Entry. Nunca he llegado a verle, pero me lo han descrito como un hombre educado, de excelentes modales y aguda inteligencia.


Anwynn es muy diferente. Es, como ya sabes si has leído esta historia, un compatriota de éste que escribe. Es decir, es galés. Pelo largo lacio, claro, ojos dorados, una túnica holgada de colores alegres y una pequeña perilla es el aspecto que suele presentar, aunque su arte arcana le permite modificar su aspecto con frecuencia. Si bien no es especialmente erudito en leyes y palabras, es de inteligencia preclara. Si algo destacaríamos de su carácter sería dos cosas: un ánimo muy contestatario y muy ofrecido. Es decir, le gusta dar la contraria a todo por sistema - lo que yo creo que es por su naturaleza feérica- pero basta pronunciar una palabra, para que Anwynn se ofrezca a ayudar sin pensárselo.


Pues bien. Por lo visto, ambos decidieron permanecer juntos y buscar una alianza a la que unirse o crear una propia, con sus libros, algún seguidor y un poco de plata tomaron un barco que les llevó al Imperio, en el continente. Su viaje tenía como destino la Alianza donde tiene la sede central la Orden: Durenmar. En el corazón de la Selva Negra se encuentra esta Alianza, un inmenso castillo que encierra todo el poder de la propia Orden de Hermes.


Allí se reunían otros magos en busca de muchas cosas: investigaciones, estudios, acuerdos y política. Y también jóvenes magos de toda Europa en busca de asentarse en alguna alianza. Y fue allí donde se reunieron los otros tres fundadores de la Alianza: Pérle ex Flambeau, Ofelia ex Bjornaer e Ingvar ex Miscelánea.


Pérle es un joven griego de largos cabellos azabache y de exquisitos gustos, tanto en el vestir como en sus maneras. No es de agrado de mujeres, pues prefiere varones, algo que no nos oculta y que, a la mayor parte de nosotros no nos molesta. Se dice que los de su Casa son rápidos en ira y poco amistosos. No se cumple esto con Pérle. Yo doy fe que es suficientemente amistoso y amable como para que yo pueda considerar que, él y Anwynn son amigos míos, más que compañeros de alianza. Pérle se controla y hace notables esfuerzos para no dejarse llevar por sus pasiones. Por supuesto, sólo un insensato provocaría la ira de Pérle, pues bajo su dócil y amable aspecto, arde una poderosa llama.


Fría, serena y distante, es Ofelia. Su forma interior, su naturaleza íntima, es la de una inmensa orca, un animal marino semejante a una ballena pero de afilados dientes. Ofelia es escocesa. Es una mujer grande, en varios aspectos, si tú me entiendes, querido lector. La hemos visto a menudo desnuda, puesto que salta al mar prácticamente cada día, incluso con la tempestad más cruda o el agua más helada para surgir con la forma de la orca. La pecosa y pelirroja Ofelia de largas trenzas, aunque exquisitamente educada y correcta, es la menos social de todos los magi de la alianza. Mientras que los demás solemos comer juntos en la Sala del Concilio o departir amistosamente, ella suele encerrarse y comer en su sancta o, bien, marchas a las misteriosas profundidades del oscuro ponto. Por este motivo, no hay muchas confianzas con ella y Ofelia es más distante que el resto de magi. Todos saben como son las escocesas y las pelirrojas de modo que nadie intenta cambiar el carácter de Ofelia si sabe lo que le conviene.


Pero de todos, el más diferente y poco ortodoxo es Ingvar, Señor de la Tormenta, como se hace llamar. Es un elementalista, un experto en el manejo de los elementos naturales, sobre todo del aire. También es un pagano, como Anwynn y yo, pero de los violentos dioses del Norte. Ingvar es muy alto. Mide más de un codo que cualquiera de nosotros, tiene barba y melena que no corta con frecuencia. No es demasiado amigo de lavarse con frecuencia porque lo considera algo insano. Es casi un anciano y ha estado en algunas alianzas antes de la nuestra y es un erudito en filosofías y ciencias profundas, aunque no comprende las más sencillas sutilezas de la sociedad del Mundo. Es por ello que suele haber muchas discusiones entre él y el resto de nosotros, pues puede ser rudo y testarudo. Sin embargo, algo que todos sabemos, es que está enamorado de Ofelia, quien no le corresponde.


De este modo, en Durenmar, los cinco acordaron unirse en busca de una ubicación en la que montar una alianza y marcharon al norte, a la costa de Germania, puesto que Ofelia exigió que la alianza estuviese en las proximidades del mar, por su naturaleza íntima de orca.


En las cercanías del Muro de los Daneses, en la costa, buscaron un barco para encontrar una buena ubicación y contrataron a Knut, y su barco, el Wolfzee. Knut, al que llamamos el Almirante, es un pirata danés muy arrojado y algo salvaje, pero conocedor de las aguas y los mares. De este modo, y en el barco de Knut, comenzaron a recorrer las islas del Reino de Dinamarca cuando, en un golpe de suerte, encontraron tres barcos de cocas, una de un inmenso calado. Cuando fueron a inspeccionarlos, encontraron que habían embarrancado en un banco de arena por una tormenta y su tripulación había parecido o escapado de alguna manera. Aseguraron las embarcaciones y se marcharon al puerto de Marmö donde buscaron tripulaciones y gente capaz y allí fue donde conocieron a Gordakus, un rico comerciante en busca de una empresa arriesgada que estuvo dipuesto a sufragar los gastos, a Skadi, un guerrero alto como Ingvar y de su misma nacionalidad y al noble Baldr, un joven de ascendencia vetusta perseguido por el rey de Noruega, que ofreció su tropa para unirse a la expedición. Así que, con toda esa gente, una marinería completa y todo el equipo necesario, retornaron al lugar del naufragio y se llevaron los barcos al norte, a una isla secreta en el Báltico para poder acondicionar los bajeles. El grande, una gigantesca coca, fue bautizada como la Odín. Los otros dos, el Njord y el Týr. Skadi y Baldr fueron nombrados capitanes de la guardia, Knut capitán jefe de capitanes, Gordakus autócrata y el doctor Jean Luc D'Entry, físico.

Así fue como se creó Auriga Maris, querido lector. Sus estatutos, diseñados entre los caminos de Germania y las jornadas en los barcos. Sus libros, traidos de los cuatro rincones de Europa. Sus barcos, hijos afortunados de la tempestad y su destino, en los mares.


Como sabes, yo llegué medio año después de esto más o menos. Soy un galés de veinte veranos que fue educado por un mago errante entre los campos de Gales y sus pequeñas alianzas, poco conocedor de letras y mi magia no tan poderosa como la de mis sodales en sus fórmulas y rituales pero conocedor de secretos de la Naturaleza y la Antigua Religión, cuyos conocimientos pongo al servicio de Auriga Maris y de la Orden tal y como me enseñó mi maestro y a él, el suyo.


De modo que esta es la historia de cómo nació Auriga Maris y de quienes son sus magos y principales componentes mundanos tal y como yo lo sé y conozco.


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La Crónica de Auriga Maris  Empty El Deshielo.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:42 pm



19 de Marzo del Año 1221AD 1360AA.

Han pasado muchos meses desde que partimos del frío Nóvgorod, querido lector.

Estamos en la isla que sirve de base para la alianza. Una isla en el Baltico cuyo mar se hiela casi hasta en nuestra cala, que se visita sólo en invierno y en la que se ha aprovechado la actual estación para acondicionar con varios almacenes, casas y un pequeño astillero. Ha sido un trabajo duro, en el que hemos tenido que ayudar con nuestra magia, puesto que el frío y la nieve han sido tan intensos, que aún ahora, a punto de llegar la primavera, se siente su fuego helado en el aire.

Sin embargo ya volvemos a partir. La alianza comienza una nueva travesía, por los mares. Según tengo entendido, los viajes nos llevarán a la sede de la Orden en Durenmar y, más adelante, a las lejanas costas de Grecia.

Sin embargo, tengo un mal presentimiento. Desde los acontecimientos de Lisboa, la mala suerte ha caído sobre nosotros, de manera discreta la mayor parte de ocasiones, pero claramente perjudicadora. Se ríen de mí y me llaman supersticioso por ser de la Antigua Religión, pero está claro que la Antigua Religión es indiferente a las risas de hombres y magos.

No hicimos más tratos en la alianza de Nóvgorod. Con buenas maneras, pero se nos despachó y sus jefes se negaron a reunirse con nosotros. Luego, partimos hasta Riga, donde regresamos a nuestros barcos. De allí, para conocer las nuevas sobre el espejo que retiene a William ex Bonisagus, nos detuvimos en Crintera. Las malas noticias no tardaron en llegar. William sigue prisionero dentro del espejo mágico y los magos de Crintera han hecho un descubrimiento aterrador: hay magia demoníaca implicada en el encierro de William. Pese a que siguen investigando, no parece que haya esperanza de una pronta solución. Hemos pedido información sobre Félix, pero tampoco ha sido muy productiva.

Después de esto, marchamos a la isla base en los límites del Golfo de Botnia. Yo no sabía que era un lugar tan frío ni que podía llegar a nevar tanto. Ha sido desconcertante cuando, durante semanas, el Sol sólo era visible unas pocas horas al día. Me han dicho que esto es habitual aquí en esta estación, aunque no comprendo la naturaleza misteriosa de tal fenómeno.

Al final de la estación, tuvo lugar el Concilio Desgielensis, el concilio de la Alianza que toma decisiones vinculantes. Yo no tengo acceso a este concilio si bien, sé que se han tenido en cuenta algunas de mis sugerencias hechas en el concilio preparatorio, el Concilio de Samhain. Y, de todas maneras,las actas son secretas y tampoco podría contar nada que hubiese sido dicho allí. Pero sí sé algo: Ingvar ex Miscelanea vuelve a quedar impune de los acontecimientos de Lisboa. De hecho, es posible que, cuando vayamos a Durenmar, yo no regrese a Auriga Maris porque temo que haya caído una maldición sobre esta alianza.

También he de decir que se me ha recompensado generosamente, es cierto. Mucho más de lo que esperaba. Pero es posible que, a partir de ahora, mi relación con Auriga Maris sea menos cordial dadas las circunstancias pese a que mi relación personal con Anwynn y Pérle sigue siendo igual de cordial y amistosa. Pérle ha dedicado tiempo a calmar mis inquietudes y confío en su criterio.

Sea como fuere, creo que tendré que hacer algo al respecto a nivel personal antes de que este desequilibrio nos caiga como una soga al cuello.

¿Qué nos traerá el nuevo viaje? ¿Qué clase de magia diabólica ha atrapado a William? ¿Era acaso Félix ex Bjornaer un diabolista? ¿Qué respuesta obtendremos de Durenmar? Espero que, pronto, pueda resolver alguna de estas dudas, ya que, en muy pocos días, vamos a partir de nuevo, levando anclas hacia nuestro misteriosos destinos.



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La Crónica de Auriga Maris  Empty Los espíritus del Miedo.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:42 pm




20 de Marzo de 1221AD, 1359AA


Además del Concilio y demás rutinas de la Alianza, querido lector, hubo un incidente muy alarmante a los pocas semanas de nuestra llegada a la isla.


Nos disponíamos a preparar instalaciones para los grogs que pretendíamos dejar aquí y, de esta manera, hacer que la base sea un lugar habitable. La idea es que críen ganado y manufacturen varias cosas para contribuir a las arcas de la Alianza. Anwynn junto a Skady por un lado y yo por otro, exploramos la isla. Al norte hay una colina volcánica de unos seiscientos pies de altura y toda la costa norte y este está formada por acantilados. Nosotros recalamos en una cala de cara al sur y más de la mitad de la isla consiste en un bosque espeso y profundo de árboles serenos y antiguos.


La exploración de la isla no dio ninguna sorpresa. Sólo árboles y algún animal de caza mayor: ciervos, jabalíes… De modo que comenzamos nuestros trabajos para apoyar la construcción de las instalaciones. Primero sacamos los barcos a la playa con nuestra magia, para limpiarlos, repararlos y calafatearlos adecuadamente. Luego, despejamos una zona cerca de la playa donde pusimos la base para las instalaciones. Con nuestros recursos mágicos, en un par de días ya teníamos colocados cimientos, vigas y un pozo. Además, Ingvar ha decidido quedarse en la isla de manera indefinida y no venir a nuestra travesía, de modo que quedará al cuidado del lugar y ayudará a que prospere.


La calma del frío norte, aislados por leguas y leguas de mar helado en todas direcciones. La soledad del Báltico, donde no hay ciudades hasta llegar a la lejana costa del sur o de Suecia. Un mar congelado rodeándonos... Sin embargo, una de las noches, se dio la alarma. Por lo visto, se había informado que, desde hacía unas noches, varios grogs que habían pasado la noche en el campamento que estamos construyendo, habían sufrido pesadillas. Por ese motivo, el almirante Knut y Muh pasaron una noche de guardia, hasta que ellos comenzaron a escuchar susurros y sentir mucho miedo, por lo que dieron la alarma y nos despertaron a los magi.

Comenzamos a investigar y, con la magia, conseguimos ver alguna figura pasar cerca de los fanales colocados en el perímetro de nuestros barcos, ahora en tierra para las reparaciones se movían veloces figuras. Skady y los capitanes desplegaron a la guardia y la tripulación por la playa pero fue un error, porque las figuras causaban terror y parte de la guardia se dispersó. Nosotros podíamos sentir nuestra parma atacada y, en alguna ocasión, llegaron a traspasarla. Las consecuencias eran una sensación de pavor visceral y atávico, completamente irracional. Pese a intentar tanto la comunicación como el ataque, ambos fallaron, y tuvimos que replegarnos a los barcos. Por algún motivo, aquellas sombras no subían a nuestros barcos. Pero lo peor era que parecían haberse multiplicado y, tras el recuento de la tripulación, habíamos perdido a cinco hombres en las sombras de la noche, sin saber donde podrían encontrarse. El miedo se apoderaba de nosotros...


Los magos nos reunimos y deliberamos, realizando varias pruebas. Todos expresábamos opiniones distintas aunque ninguna parecía ajustarse del todo a lo que estábamos viendo. Sin embargo, Samael sugirió la posibilidad de que alguien con el don o alguna capacidad mágica que no tuviese del todo desarrollada y aceptada podría estar generando aquellos espíritus del miedo, como si fuesen los espíritus de una enfermedad. Estos espíritus entrarían en los cuerpos de otras personas alimentándose del miedo que les producían y reproduciéndose así, como si fuese la peste. Algunos convenimos en que era muy factible, aunque yo pensaba que también era posible que fuesen espíritus caníbales de los bosques, unas criaturas que viven en la locura de las zonas más profundas de los bosques más profundos.


Anwynn usó su magia para calmar a los grog y Samael nos hizo unos amuletos usando nuestro nombre verdadero para aumentar nuestro valor y compensar el temor que los espíritus afectase a nuestros corazones. Pérle se preparó para ir en busca de los desaparecidos. Anwynn y yo nos unimos a él. Por su parte, Ingvar se quedó en el barco para ayudar a Samael, que quería usar su magia para capturar a algún espíritu e interrogarle. Ofelia no estaba, luego supimos que había ido a pescar y llegó un poco más tarde.


Los tres que bajamos conseguimos resistir los asaltos de los espíritus, esta vez con más facilidad, quizás gracias al amuleto o porque, al saber a qué nos podríamos estar enfrentando, nuestro arrojo había crecido. Como no encontramos a los desaparecidos, Pérle decidió que nos separásemos, él y yo por una parte, y Anwynn por otra (Anwynn es muy poderoso gracias a su magia feérica) y, finalmente, Anwynn fue quien los encontró, en la zona norte de la isla. Así que, finalmente, nos volvimos a reunir en los barcos, donde Samael, además de capturar cuatro espíritus, había puesto a cantar a la tripulación. Puede parecerte extraño, querido lector, pero Samael había puesto a cantar a toda la tripulación en el galimatías de su idioma. Según él, le ayudaba en su magia.


En los barcos, Samael, con la ayuda de Ingvar, había capturado unos espíritus y había comenzado a hablar con ellos, coaccionándolos. Así descubrimos que sus especulaciones eran ciertas. Los espíritus se alimentan del miedo y generan miedo para reproducirse, cada diez horas. Pensamos en introducirles en recipientes con sellos mágicos y así evitar el caos que propagaban… aunque quedaba por saber qué podríamos hacer después, porque soltarlos en alguna comunidad de mundanos no nos parecía correcto. Los espíritus provenían de alguien llamado Anniken Amundsen. Era un nombre nórdico, por lo que pensamos que fuese alguien de la tripulación, sin embargo, nadie conocía a esa persona. De lo cual dedujimos que, o bien había alguien más en la isla, o bien teníamos un polizón. Yo sugerí que hubiese un polizón que habría podido subir a bordo en Malmö y nos pusimos a registrar las naves, hasta que, al final en el Týr encontraron a un niño de seis años, escondido en uno de los barcos. Samael pensó en un trato con los espíritus al que se podría llegar, para acabar con los problemas que nos ocasionaban.


Anwynn descubrió rápidamente que el niño tenía, como mínimo, una resistencia natural a la magia, muy elevada. De hecho, al tocar un objeto creado con magia, hizo que se desvaneciese. En efecto, el niño tenía capacidades mágicas, además de estar aterrorizado y, por lo visto, el origen de estos espíritus estaba en el miedo que el chiquillo tenía y en su Don, aún no desarrollado. Aunque conseguimos calmar un poco al niño, poco más sacamos de él y aún estamos estudiando su naturaleza. Pérle ha sugerido que, ya que no podemos educarle como aprendiz – somos demasiado jóvenes como para tener nuestro propio aprendiz – podríamos venderle a alguna alianza y sacar beneficio de ello. Al fin y al cabo, el niño tendrá mejor futuro entre los miembros de la Orden que entre los mundanos.


Pero aún estaba el asunto de los espíritus. Éstos tenían que alimentarse cada diez horas del miedo de una persona para no desaparecer. Discutimos mucho tiempo entre nosotros sobre qué hacer, además de que Samael estaba interesado en quedarse alguno para estudiarlo. Si bien coincidimos en que la oportunidad era única, también es cierto que el riesgo era demasiado alto. Por otro lado, si entrábamos en el trato propuesto por Samael (colocarles en recipientes sellados mágicamente y conducirles a un lugar con mundanos de los que alimentarse) contraíamos una responsabilidad con los mundanos, además de estar infringiendo el Código. Por otro lado, ¿cómo encontrar una salida que no implicase ésto? Esta vez fue Pérle quien dio con la solución más práctica que evitase contraer un trato y fue, sencillamente, no hacer nada. Esperamos. Sin entrar en compromiso, a que pasasen las horas. Al tiempo, los espíritus se retiraron a los bosques y desaparecieron, sin más. Deducimos que habrían perecido por el hambre no satisfecha y ya no les hemos vuelto a ver o sentir en todo el invierno.


Los trabajos continúan en nuestra base mientras llega el deshielo y el mar vuelve a ser navegable. Nuestros barcos vuelven a estar en la cala, preparados para zarpar. Quedan preguntas por resolver. ¿Desaparecieron o aguardan una nueva ocasión en algún rincón de la isla? ¿Por qué no subían a los barcos varados en la playa? ¿Cuál es la naturaleza del niño y qué ventaja o beneficio podremos extraer de ello?


Esperemos que, con los dulces vientos de la primavera, lleguen las respuestas. Sea como sea, hemos superado otra prueba en conjunto, una de las más aterradoras hasta este momento y Samael ha demostrado ser útil, pese a que su magia es lenta y extraña... y también se confirman mis sospechas de que, de alguna manera, ha caído sobre nosotros un mal hado.


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La Crónica de Auriga Maris  Empty Rumbo al Sur.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:43 pm





1 de Junio de 1221AD, 1360AA

He aquí que volvemos ha estar navegando de nuevo, querido lector.

Han pasado ya varias semanas desde que abandonamos nuestra base en el helado norte del Báltico y las proas de nuestros barcos ahora se dirigen hacia el sur una vez más. Atrás queda la fría isla en la que hemos dejado a los marineros italianos y catalanes con Ingvar al mando. De hecho, hay planes para que traslademos nuestras sanctum a uno de los barcos menores, el Týr o el Njord y dejar el Odín como nuestra principal fuente de recursos comerciales, en mano de Gordakus pero tendrá que ser quizás el año que viene.

Primero, recalamos en Riga. Riga es una ciudad fundada hace pocos años por los Caballeros Livonios de la Espada, que se encargan de evangelizar a las bárbaras tribus del pantanoso y frío noreste de Europa. Luego, pusimos proa a poniente, camino de Crintera. En Crintera, domus magna de Bjornaer, hablamos con los magos que allí hay. Por desgracia, William ex Bonisagus sigue encerrado más allá de nuestras capacidades. Su alma está presa dentro del espejo mágico de Félix ex Bjornaer y parecen confirmarse las conexiones diabolistas del objeto, pues sólo una magia de ese tipo podría violar de esa manera los límites de la Magia Hermética. Por ese motivo, la idea de ir hasta la alianza donde quizás podamos obtener alguna información sobre Félix y sus actividades, que es una alianza en la costa griega, cobra cada día mayor urgencia.

Precisamente, en Crintera, ofrecimos al niño que encontramos de polizón para venderlo como aprendiz. Durante este invierno, nos fuimos turnando diariamente para cuidar de él y no tuvimos más problemas, a pesar de que Samael, ahora ya miembro de la Alianza, descubrió que además del Don, el crío posee una extraña resistencia natural a la magia y algunas otras cosas extrañas. De todos los magos de Crintera, sólo Aeoculus de Bjornaer se mostró interesado y comenzó a lanzarle hechizos al crío, para estudiar su don personalmente. Sin embargo, al rato de comenzar, después de lanzar un hechizo de Mentem, Aeoculus cayó en crepúsculo, tomando la forma de su "bestia interior", un extraño pájaro. No hubo manera de saber cuanto tiempo permanecería en crepúsculo, de modo que, con el beneplácito de Crintera, decidimos marcharnos a nuestra siguiente parada.

Nuestro plan de pedir a Durenmar una carta de medicación entre tribunales se ha convertido en algo más sencillo y pragmático. Con nosotros, llevamos una carta de presentación en la que informamos de nuestra voluntad de mediar en los conflictos que pueda haber entre alianzas y tribunales y resolver algunas tribulaciones, gracias a que somos una alianza errante. Esperamos con ello, ganar un cierto prestigio para, más adelante, formalizarlo con una petición a Durenmar y la creación de una nueva figura en la Orden y el Código Periférico.

La siguiente parada fue en Lübeck para ir a la alianza de Oculus Septentrionalis. Lübeck es una importantísima ciudad de este lado de Germania. Rica y esplendorosa, sus hermosas murallas rodean la isla en la que se encuentra – a poca distancia del mar río adentro- y, sobre ellas, se alzan las torres de numerosos campanarios y palacios. Es uno de los puntos comerciales más importantes de este lado del mundo, según nos explicó Gordakus y podríamos aprovechar para realizar compras importantes. La alianza está en la propia ciudad de Lübeck con los sanctum de los magi repartidos por diersas casas de la ciudad y con algunos edificios comunes donde disponen de la biblioteca y demás cosas. Oculus es una alianza de Verano, mayormente formada por Jerbiton , es decir, en pleno auge. Hay varios miembros de la Casa Tremere y, de hecho, son los primeros que creo haber conocido, puesto que dos de ellos quisieron estudiar al chiquillo. Fue alarmante descubrir que, como había pasado en Crintera, uno de los dos, llamado Intermedium, entró en Crepúsculo al rato de comenzar a estudiar al chiquillo, pero el otro, llamado Virtutus ex Tremere, lejos de parecer preocupado, decidió hacernos una generosa oferta en forma de libros por el posible aprendiz. Acordamos que le daríamos una respuesta a nuestro regreso.

Comenzamos a comprender que, el niño, era un peligro potencial aunque fuese sin desearlo. Pero más aún, comprendimos que su naturaleza no era sólo fruto del Don, sino que tenía algo más, probablemente algo capaz de generar aquellos espíritus que nos asediaron aquella larga y oscura noche en nuestra isla. Algo de origen maligno. Fuese lo que fuese, no era algo bueno, así que tomamos la decisión de, si conseguíamos una buena oferta, nos desharíamos prestos del niño en la siguiente alianza.

Y nuestra siguiente meta, en lo que a alianzas corresponde, fue en la misteriosa "La Val del Orde", en Flandes, muy cerca de Brujas aunque nos detuvimos unos días a comerciar y a conseguir los marineros que nos faltaban en la Ciudad Imperial Libre de Hamburgo, que se encuentra en el río Elba a algunas leguas del mar. Hamburgo es una ciudad similar a Lübeck, de rico comercio y gran influencia en la zona. Por su parte, "La Val del Orde" se haya en el extremos de una baja isla del norte de Brujas. Una isla arenosa, larga y llena de cañaverales azotados por el húmedo viento del Mar del Norte en la que la alianza, en la forma de un monasterio, se encuentra. Sus recursos son misteriosos, y nuestros barcos recalaron allí unos días.

Nos recibió Odio ex Merinita, una joven maga de hermosas y pálidas facciones de origen escocés muy amable y dulce. Le presentamos nuestra carta y ella nos hizo una oferta en la forma de transportar una gran caja a una alianza del Tribunal de Levante, en Tierra Santa. Por lo visto, tienen un problema con la Casa Mercere y necesitan hacer llegar allí la caja que, según nos han dicho, contiene objetos de manufactura feérica. Insistimos en que nos otorgasen un documento garantizando que nada de lo que había en el cofre violaba el Código y que no nos causaría daños a nosotros antes de aceptar el trato. Luego, les ofrecimos al niño.

Cuatro magos se interesaron por el potencial del chico, dos merinitas y dos ex miscelanea. Dos de ellos realizaron hechizos para estudiarlo, aunque esta vez avisamos de su resistencia natural a los hechizos para que no hubiese perjuicio. Pero nuestra sorpresa fue que, en sus hechizos, descubrieron que el niño podía recordar todo lo que había visto y oído desde que estaba con nosotros, incluido las visitas a otras alianzas. Aquello reforzó nuestra opinión de que el chiquillo era un peligro para nuestra alianza y que debíamos deshacernos lo antes posible de él, así que los Conditori de Auriga accedieron a que Samael negociase su venta. Pero dos de los magos – Oceanus es ex Miscelanea y Flower ex Merinita- se echaron atrás pronto. De los dos que quedaban, Tercius ex Merinita y Jonn ex Miscelanea, siguieron interesados. Tercius hizo un ramo de flores con un Creo Herbam y se lo entregó al niño. Nos dimos cuenta de que lo hizo de una altísima potencia, quizás para aumentar así su resistencia frente a la naturaleza del niño. A diferencia del juguete que yo le hice en nuestra isla, este ramo no se deshizo en manos del crío, pero el Creo Imagonem del ex Miscelanea que simulaba un ramo de flores sí se desapareció en las manos del niño, con lo que perdió el interés y se marchó. De este modo, el que quedaba nos hizo una oferta, que superaba con creces a la de Virtutus. Samael negoció con Odio y Tercius y se acordó el pago por el niño así como una suma de treinta peones de Vis Auram por transporte de la caja a Tierra Santa y un plus en la forma de la recopilación de hechizos feéricos que el Maestro Anwynn podrá aprovechar, sin duda.

Ahora, mientras esperamos los libros para nuestra biblioteca y mientras embarcan el objeto que tenemos que llevar en nuestra bodega, esperamos pacientes, para poder levar anclas de nuevo hacia el sur. El Maestro Pérle parece algo preocupado por la caja que tenemos que transportar. Supongo que sospecha de que tenga gato encerrado y que nos pueda acarrear problemas con los Mercere. Samael, por su parte, se está integrando poco a poco en la Alianza y es servicial pese a que su magia sea tan distinta a la nuestra. Yo, por mi parte, me alegro de deshacerme del niño, aunque Pérle ha mostrado interés en estar presente cuando sea nombrado magos, de aquí a quince años, al menos. Pero presiento que no será esa la próxima vez que oigamos del niño, sino mucho antes.

Antes de partir, queremos ahondar en algo que nos comentó Odio ex Merinita. Por lo visto, un miembro de su alianza, Ephectus ex Miscelanea tuvo alguna relación con alguien que conoció a Félix ex Bjornaer. Quizás eso nos otorgue alguna respuesta a los misterios que rodean el aprisionamiento del alma de William en ese diabólico espejo.


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La Crónica de Auriga Maris  Empty Las Cartas de Gunter

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:44 pm




Incluyo estas tres cartas interceptadas por Gordakus escritas por Gunter Andelen de Lübeck, grumete y aprendiz de nuestro autócrata.


Dewydd ex Miscelanea


*****************************


A Marta Andelen, a bordo del Odín, en el 4 de Mayo del Año de Nuestro Señor de 1221 de Gustav Andelen, su hermano.


Que la Virgen y San Miguel Arcángel te protejan, mi querida hermana, y que me protejan a mí.

Te escribo estas letras en secreto, querida Marta, a bordo del Odín, un barco al que me he unido como parte de la tripulación.. Sí, me escapé y no os dije nada para que no me lo impidieseis. No podía seguir trabajando en la casa del escriba Schutz. Puede que sea una persona influyente en la ciudad pero también es un tirano y un mal hombre que se excusaba en el haberme enseñado escribir y latín para no pagarme mis sueldos y también me pegaba con frecuencia y más que me habría pegado si supiese que yo te había enseñado a ti lo que aprendía. Pero yo no podía consentir seguir siendo una carga para ti y para madre. Por eso, decidí escaparme y buscarme una manera de conseguir dinero y aventura. He encontrado ambas cosas.


Me contó Lucas, el hijo del carnicero Otto, que unos barcos grandes habían llegado al puerto y que buscaban marineros, por lo que fui y me ofrecí como grumete. Fui al puerto y no me costó encontrar los barcos extranjeros, grandes y poderosamente armados cuyo jefe parece ser un hombre grande, llamado Gordakus de Hamburgo que es un mercader y con quien hablé sobre mi petición. No puso demasiadas pegas y parecía generoso, así que subí al barco más grande que he visto nunca y que es la nave capitana de una flota de cuatro bajeles. Gordakus me prometió una paga, comida y ropa a cambio de mi juramento de lealtad y de trabajo. Me pareció una buena oportunidad y le dí mi palabra.


Ayudé a cargar los barcos y partimos aquella misma noche. Otros habían subido a bordo de los barcos en nuestra ciudad, y no parecían de la mejor estopa: maleantes, bribones y piratas, pensé yo. Pero si Gordakus de Hamburgo les había dado el visto bueno, sus razones tendría. Desde luego, la flota está muy bien armada, con soldados y balistas cubiertas por mantas alquitranadas. Pero otra cosa que me llamó la atención fue que, en el barco mayor, aquel en el que había subido, había poca soldadesca. También me extrañó que, cuando Gordakus nos reunió a los que habíamos subido en Lübeck nos advirtió que había una puerta y toda una zona del barco que nos estaba totalmente vedada, bajo pena de castigo. También nos explicó que los patrones de la flota iban a bordo, precisamente en esa parte de la gran coca y que eran unos eruditos estudiosos a los que debíamos respeto y procurar no enojarles ni molestarles, pero no añadió mucho más.


Hablé con otros marineros. La mayoría son hombres del norte, suecos y noruegos, embarcados en Mälmo me dijeron. Aunque son hombres rudos y fuertes, parecían evitar hablar de los patrones, como si creyesen que podían oírles y castigarles pero que parecen arrojados y casi bárbaros, pues la mayoría son paganos o eso he descubierto. Pero yo ya había tomado mis decisiones y era tarde para arrepentirme, puesto que ya estábamos en mar abierto, para cruzar el Skagerrak.


Yo sentía curiosidad, no puedo negarlo, por la identidad de los patrones, pero el trabajo en el barco no dejaba mucho tiempo para pensar y, cuando podía descansar, mi cuerpo estaba tan derrotado, que caía rápidamente dormido. La vida en un barco es dura y siempre trabajosa. Gordakus se preocupa de que todo esté limpio, según dice, para evitar la enfermedad y el ocio, que es padre de muchos pecados, como decía el padre Gunter. El capitán del barco es el señor Niklaus Runsted y es un viejo lobo de mar que se conoce las corrientes y bancos de arena como la palma de su mano aunque el capitán del navío más pequeño, el Wulfzee es aquel al que llaman “almirante” y que tiene una coca más pequeña y rápida, y creo que, en realidad, era un pirata antes.


Siempre hay trabajo, y el contramaestre Dagenn da órdenes a la tripulación para mover aparejos del velamen de esta coca que es tan grande que tiene tres mástiles, cada uno con una gran vela cuadrada. Nos levantamos, como es natural, en cuanto amanece y hay suficiente luz como para navegar y echamos el ancla en cuanto el sol se pone en el horizonte.


Dormimos en una de las cubiertas inferiores o entre la mercancía. Puedo decirte que no hay ratas ni bichos, al contrario de lo que he visto en otros barcos del puerto de Lübeck. También es verdad que, a la hora de dormir, hay poco espacio para muchos hombres y huele mal. La comida es buena, pan de grano que se compró en nuestra ciudad y , así como pescado fresco de cada día y cerveza. Suele hacerse comida más elaborada para los oficiales, el señor Gordakus y los patrones, que disfrutan de mucho más espacio para ellos que para todo el resto de la tripulación. La fuegos de la cocina suelen hacerse en cubierta, porque es más seguro, pero hay un espacio preparado abajo, por si llueve o hace mala mar. Los oficiales cuidan de que la tripulación se alimenta bien y no se emborrache. El vino se reserva para los amos.


No hay nobles a bordo, aunque creo que hay uno en otro de los barcos, pero parece ser, por raro que suene, que los eruditos son de un inmenso poder y todos se refieren a ellos constántemente con gran respeto. También me ha parecido entender que tienen guardaespaldas propios a los que llaman "custi" y suelen usar la palabra "grog" para referirse a nosotros.


Yo ayudo al señor Gordakus y al médico de a bordo y limpio las cubierta, lo que no es tan pesado como parece. El señor Gordakus sabe que sé leer y de números, así que paso mucho tiempo ayudándole con las cuentas de la flota. Como ves, estoy bien y cuidan de mí.


Espero que estas palabras os tranquilicen a las dos y espero poderte mandar esta y más cartas desde el próximo puerto

Vuestro hermano e hijo que os echa de menos y os tiene en sus oraciones, Gustav.


************************************

A Marta Andelen, a bordo del Odín, en el 7 de Mayo del Año de Nuestro Señor de 1221 de Gustav Andelen, su hermano.


Ruego a todos los Santos que estéis bien madre y tú, mi querida hermana, cuando leáis estas palabras.

Lo que ahora te contaré, te sorprenderá, Marta, pues a mí me ha llenado de sorpresa. Siendo como era en nuestra ciudad de Lübeck el aprendiz de un escriba, puedo decir que he visto a muchos eruditos, abogados y doctores, tanto laicos como del clero. Y sin embargo, los eruditos que son los amos de estos barcos son completamente distintos a los que conocía.


De vez en cuando, algunos de estos eruditos, sale a cubierta, en ocasiones, en parejas o grupos. Pude contar cinco de ellos, uno es una mujer, aunque no te lo creas, y otro… no creo que sea humano del todo como tú o como yo. La mujer, para mi sorpresa y rubor, suele desnudarse y saltar por la borda, en alta mar, desapareciendo en las oscuras aguas y regresando muchas horas después. Para mi desconcierto, los otros marineros, los veteranos, no parecían sorprendidos de este hecho, como si fuese algo habitual y cotidiano.

Otro de ellos, que parece extranjero por su tez más olivácea y su largo cabello negro, parece disfrutar del sol y nos observa con atención. Lleva finas túnicas de hermosos colores y parece cuidar mucho su aspecto. Sin embargo, es uno de los que más autoridad parece tener a bordo.


El tercero que vi me recordó a uno de los judíos de la Calle de los Plateros de nuestra ciudad tanto en aspecto como en sus ropajes. De hecho, creo que es, en efecto un judío pero los otros eruditos no le tratan de manera diferente y parece que es uno más de nuestros amos.


El cuarto es el que te digo que no me parece del todo humano. Es un hombre de cabello oscuro y ojos esmeralda cuyas orejas son alargadas como los de un elfo de los cuentos de la abuela Berta. Camina con gesto de desafío pero no nos presta atención a la tripulación, pero parece tener también mucha autoridad y causar cierto miedo entre la tripulación, como si fuese capaz de transformarles en ratones, como si de verdad fuese un elfo de los cuentos. De hecho, le veo hablando mucho con otro de los eruditos en una extraña lengua extranjera. Éste otro con el que habla, parece un extranjero aunque viste ropas corrientes y es el que menos parece letrado a pesar de tener una mirada astuta como si fuese un lobo y, en una ocasión le he visto con una espada en el cinturón. También pasa algunos ratos en la cubierta, bien frecuentando la compañía del de finos ropajes como del otro extranjero de lengua extraña que ambos hablan con fluidez. Me han dicho que son del mismo país, en Cambria.


Todos dan cierto repelús al verles de cerca, como si hubiese algo siniestro y contranatura en ellos. Pero no suelen hablar con la tripulación sino con el señor Gordakus y el capitán o sus oficiales o con alguno de los que parecen ser sus criados personales y, mayormente, en latín.


Me han dicho que nuestra próxima parada será en Hamburgo, así que te mandaré estas cartas desde allí.

Vuestro hermano e hijo fiel, quien os tiene en sus oraciones, Gustav.


*******************************************

A Marta Andelen, en la Ciudad Libre de Hamburgo en el 20 de Mayo del Año de Nuestro Señor de 1221 de Gustav Andelen, su hermano.


Aunque rezo por que vosotras estéis bien, rezo con más fuerza por mi propio bien después de lo que he visto a bordo. Y sé que, cuando lo leas, no me vas a creer.


Unos días después de nuestra partida, entre las islas de la Marca de los Daneses, dos barcos comenzaron a acércasenos por estribor. El oficial de los soldados de abordo habló rápido con el señor Gordakus y los dos ordenaron que la tripulación se armase. Me encaramé por las jarcias y vi que había una muchedumbre muy armada a bordo de los barcos que se nos echaban encima. Nuestro buque, el Odín, es muy grande, como te eh dicho, pero por alguna misteriosa razón, siempre parece soplar viento en sus velas, de manera que se mueve a un ritmo muy veloz.


Uno de los criados que sí tienen permiso para entrar en la zona prohibida fue a avisar a los eruditos, que fueron subiendo tranquilamente a cubierta, aunque sólo uno de ellos iba armado. Hablaban entre ellos, sin parecer demasiado preocupados, en el castillo de popa, en latín. Entendí algunas palabras, pero muchas no parecían tener sentido en mis oidos. Fuese como fuese, la mujer se desnudó y saltó al mar, desapareciendo en la profundidad del océano oscuro bajo la tranquila mirada de los otros hombres.

Los barcos se acercaban y los otros buques de la flota maniobraron para ponerse entre nosotros y ellos. Por lo visto, los que se acercaban no tenían ni banderas ni pendones, hasta que enarbolaron los colores del barón Sven de Tarlsan, que siempre se había sospechado en Lübeck de la misteriosa manera de obtener riquezas así que estaba claro que eran piratas y que habían supuesto que, el Odín, sería una presa fácil. ¡Qué locura la suya y como deben de arrepentirse de sus pecados en el infierno!


Pronto, saetas y flechas comenzaron a intercambiarse entre los barcos que se acercaban y nuestra escolta. Arcos y balistas llenaron el aire de silbidos y de su mortal lluvia. Uno de los inofensivos eruditos habló con el capitán de nuestra nave y, de pronto, en lugar de huir del combate, comenzamos a acercarnos a la contienda. A mí me habían dado una espada corta, que se me antojaba pesada y más peligrosa para mí que para otros. Tengo catorce primaveras y sólo he sido aprendiz de escriba y el pobre hijo de una viuda. Nada sé de espadas ni piratas, por lo que me escondí tras unas cajas de la cubierta desde donde espié lo que pasaba.


Los barcos de la escolta se habían detenido y eran una barrera entre nosotros y los piratas, pero nuestro barco seguía su avance a todo trapo acercándose a los piratas. Fue entonces cuando vi maravillas terribles que aún me hacen temblar. Los cuatro hombres comenzaron a hablarle al aire haciendo gestos, como si estuviesen rezando. Uno de ellos, no hablaba en latín, sino que cantaba en una jerigonza extraña. Y, al mirar a los barcos piratas, vi lo que parecía un milagro terrorífico y, a la vez, maravilloso. De las manos de uno de los hombres, un rayo de luz surgía con mayor intensidad que la del propio sol, haciendo estallar en llamas las velas de los barcos enemigos. Una de nuestras naves escoltas ya no era un barco, sino un terrible dragón marino cuyo lomo estaba erizado de los soldados armados que habían estado ante en su cubierta. El dragón rugía y amenazaba con hundir a los piratas con sus espantosas fauces. En el agua, una inmensa ballena golpeaba los buques piratas haciendo que hombres cayesen al agua para ser rápidamente devorados por esta bestia mientras que en la cubierta de aquellos barcos, innumerables enredaderas habían crecido en un parpadeo, estrangulando hombres y enredando sus extremidades.

No sé qué me estremeció más, si la visión increíble de lo que estaba pasando en los barcos o la tranquila calma con la que mis compañeros de tripulación, o al menos, aquellos que eran veteranos, estaban observando la escena. Sólo los que habían embarcado conmigo en Lübeck parecían tan asustados como yo.


Y tan pronto como empezó, acabó. En unos minutos, los barcos tenían vías de agua terribles ya fuese por los ataques de la bestia marina o por que los propios tablones se habían abierto para dejar pasar el agua, como si una mano gigantesca los hubiese doblado sin esfuerzo. Ardiendo y llenos de plantas como si fuesen inmensas macetas flotantes, los barcos se hundieron, arrastrando al fondo a los piratas, cuyos gritos de sorpresa y terror aún resuenan en mis oídos.


Unos momentos después, la mujer, mojada, regresó a la cubierta por una escalerilla que lanzaron los marineros. Se vistió y, una vez reunida con los hombres, todos volvieron a entrar por la puerta prohibida.

La calma y la tranquilidad volvieron a nuestra flota, que siguió su rumbo como si nada hubiese pasado. Por la noche, Gordakus nos hizo llamar a los que habíamos subido el Lübeck. Yo sabía que alguno de ellos había pensado robar lo que pudiesen y largarse en cuanto tocásemos tierra pero después de lo visto, estaban tan asustados como yo. Gordakus nos avisó de que habíamos jurado lealtad y nos hizo volver a jurar el secreto de lo que habíamos visto. Los patrones a los que servimos son poderosos hechiceros de magia y secretos. Yo no pude evitar preguntarle si acaso eran brujos y adoradores del Maligno y Gordakus, en lugar de enfadarse, tuvo a bien explicarme que ni siquiera eran cristianos y que los hechiceros de nuestro barco no sirven a los diablos sino que son sabios astrólogos como Hans de Baviera, que adivinó muchas cosas para el Rey de Francia o como un tal Merlín de Gales que era el mago que servía al Rey Arturo de Inglaterra hace muchos años.


Pese a todo, nos advirtió de que los hechiceros podrían saber si romperíamos nuestras promesas y que podrían maldecirnos si osábamos traicionarles. No estoy seguro de si lo decía en serio, pero sirvió para poner en su sitio a la chusma, que se tornó obediente y dúctil como el cuero mojado.


Así pues, hermana, ahora voy embarcado en este barco de hechiceros. He visto varias maravillas estos días, además de lo que pasó con los piratas. Estos astrólogos no suelen hablarnos ni se meten con la marinería. Sólo salen en contadas ocasiones y nadie les molesta. Gordakus de Hamburgo y los capitanes de los barcos, toman decisiones con los oficiales, en lo que a nosotros respecta y nosotros hacemos nuestro trabajo. Reconozco que estoy bien, pese a estar algo asustado pero que el poder de estos sabios hace sentir a la tripulación mucha seguridad en comparación a las amenazas que otros barcos sufren en el mar. Como bien y duermo caliente y vivo aventurasa la vez que veo el mundo. ¿Puede pedir alguien algo más?


Te enviaré el dinero de la paga cuando la obtenga y espero que tú y madre recéis por mí y guardéis este secreto para que lo cause la ira de los hechiceros sobre mí. Vuestro hijo, Gustav.
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La Crónica de Auriga Maris  Empty Gatos y tigres. Islas y montañas.

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:44 pm


17 de Julio de 1221 AD 1360 AA.


Se acerca el final de la primavera y llega la época de las moras. Lo último que te había narrado, querido lector era nuestra visita a "La Val de Orde", cerca de Brugae (Brujas) en Flandes. Allí, después de nuestros acuerdos, nos entrevistamos con Hetdo ex Miscelanea, quien había conocido a Félix ex Bjornaer cuando acompañó a un amigo suyo llamado Mause ex Bjornaer a la reunión que los bjornaer realizan en Crintera cada doce años, en la penúltima ocasión, dieciocho años atrás. Los bjornaer hacen secretas reuniones allí y suelen pedirle a los magos amigos que rodeen la zona para garantizar su seguridad e intimidad.

Hetdo nos contó que su amigo le presentó a Félix pero que entre ambos parecía haber cierta frialdad y no pudo darnos más información, salvo el nombre del filius de su amicus, Alexis, pero no su localización.
Por lo tanto, partimos de nuevo, esta vez hacia las islas Feroe, donde estaba la guarida de Félix, en la esperanza de encontrar alguna pista o a aquel gato que estaba en la isla. De modo que, casi veinte días después llegamos a las inhóspitas islas Feroe. Son un grupo de islas peladas, casi sin árboles y con algunos pueblos y aldeas de gentes cuasi bárbaras de Hombres del Norte que viven del pastoreo y la pesca. La isla a la que nos dirigíamos era una de las pequeñas y de las más septentrionales, con un pequeño bosquecito y un volcán apagado. Visitamos la cueva donde estaba la guarida de Félix, pero no encontramos nada. Luego, buscamos por la isla al gato y, gracias a la magia de Anwynn, le conseguimos localizar tras varios intentos infructuosos. Usando nuestra magia, nos camuflamos y, con una pequeña presa que creamos para atraer al gato, conseguimos lanzarle las redes para capturarle. Vimos que tenía una poderosa resistencia mágica y nos costaba mucho superarla, de modo que decidimos extraer información usando un gato de uno de nuestros gatos y gracias a que Ofelia pudo calmarle y comunicarse, descubrimos algunas cosas como que era más inteligente que un simple animal y que tenía la capacidad consciente de cambiar de forma a la de un tigre. De hecho, fue al hacerlo, como escapó, puesto que algo en su cambio de forma hizo que perdiésemos el control de la bestia, que no dudó en saltar al agua del mar y comenzar a nadar.

Ofelia le persiguió y comenzó a golpearle con la intención de aturdirle y traerle de nuevo a la isla, pero cuando llegó, descubrimos que los golpes le habían matado. Como nos sorprendía sus extrañas capacidades y como sospechábamos que podría tener alguna relación especial con Félix aún, tomamos la decisión de llevárnoslo en el barco, usando la magia para mantener incorrupto su cuerpo. Igualmente, descubrimos que poseía vis. De modo que es valioso para nosotros. Además, discutimos mucho sobre esta bestia y pensamos que la suya, no es una naturaleza nada normal, ya no sólo por su resistencia natural a la magia, sino por la propia capacidad y los extraños atributos de este gato.

Volvimos hacia el sur, yendo por la costa occidental de Escocia hasta el Mar de Irlanda y nos detuvimos en Chester, una importante ciudad inglesa donde Gordakus pretendía hacer negocios. Mientras, en el Wulfzee, los magi nos dirigimos al sur, a Gales, la patria de Anwynn y mía, con la intención de visitar Cad Gadu, sede de la Casa Ex Miscelanea con intención de pedir consejo y ayuda con respecto a nuestro problema así como para presentarnos, pero recordamos que no se puede visitar sin una invitación previa. De todas maneras, aprovechamos para ir a la alianza de Snowdonia, cercana a Cad Gadu.



Snownodia está en un valle entre las montañas del mismo nombre. Se me conoce allí, dado que era la alianza de mi maestro antes de ser un magus errante y allí pasé yo mi guantelete. Mi linaje reside allí y nosotros lo denominamos con el nombre de Yr Wyddf. Yr Wyddfa o Snowdonia tiene una parte fuera del regio en el que está, y donde se ven unas cabañas y otras partes dentro de regios, incluida una zona exclusiva para los miembros del linaje. Nos recibió allí Cawrdav ab Rhyawdd ex Miscelanea. Tiene algo más de treinta años, viste una túnica oscura con una corona de flores en la cabeza. Nos recibió con cortesía y mantuvimos un diálogo fluido y cortés. No tenía información que nos pudiese ayudar, puesto que mi linaje nada comprende de diabolismo o magias malévolas, por fortuna y porque tendemos a una tradición oral más que a la acumulación de libros. Aquellos que pertenecemos a esta tradición somos magi de a los que llaman naturalistas y sólo entendemos de la Naturaleza y sus ciclos y equilibro, que no de maldades ni diablos.

Nos hicieron una oferta por nuestra fuente de Creo en la isla de Félix para cambiarla por una de Rego que ellos han reclamado en las cercanías de Silb, en el sur de Iberia. Aunque es interesante y nos viene más de paso, después de mucho hablarlo entre nosotros, le dijimos que le responderíamos a nuestro regreso. Pese a todo, hicimos negocios con vis que estamos pensando usar para resucitar a la bestia de Félix, con la intención de continuar nuestra investigación así como, en la medida de lo posible, convertirle en una herramienta útil para nuestra alianza.


A Anwynn y a mí nos alegró mucho pisar nuestra patria aunque a nuestros sodales les debió parecer un país pobre y atrasado pese a que Llywellyn el Grande ha unificado el país bajo su noble y sabio trono. En las aldeas escuchamos que Llywelyn había asaltado los castillos de Narberth y Wiston e incluso incendió la ciudad de Haverfordwest y amenazó el castillo Pembroke, el de William Marshall. Recuerdo al Príncipe Llywelyn ab Iorwerth de una noche, hace muchos años, cuando acompañé a mi maestro a su corte Garth Cely aunque dudo que un importante noble como él recuerde al simple aprendiz de un erudito. Desde las montañas, le mostré, a lo lejos, el valle donde nací yo, en Bryn Rhyd-yr-Arian, en el Valle de Conwy, pero no fuimos allí y a mí nada se me ha perdido en aquel lugar.

Ahora hemos reunido de nuevo los barcos y vamos de nuevo hacia el sur. No puedo dejar de pensar en algo que me contó Cawrdav. Cuando le pregunté por mi maestro, me dijo que, lo último que sabían de él era que estaba en el Tribunal de Tebas. Me sorprendió mucho que sus viajes le hubiesen llevado allí y no dejo de preguntarme qué puede llevar a un hombre como mi maestro, a unas tierras tan alejadas de nuestra patria común.

Aunque la Alianza al completo tiene varios motivos para viajar allí, sobretodo para ayudar a William ex Bonisagus a salir de su encierro, yo tengo un especial interés ahora para visitar el Tribunal del que es originario el Maestro Pérle y, con un poco de suerte, encontrar a mi maestro.


Dewydd ab Glydwr ex Miscelanea
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La Crónica de Auriga Maris  Empty Las Vísperas Napolitanas (Pars Prima: El secuestro y el robo)

Missatge  dewydd ex miscelanea Dt Oct 05, 2010 4:45 pm





5 de septiembre de 1221 AD, 1360 AA.


Continúo la historia de nuestro viaje hacia el Mediterráneo desde el Mar de Irlanda.


Salimos de las costas de Gales hacia el sur, cruzando el mar de Irlanda. Vimos que, en efecto, la ciudad de Haverfordwest, había sido incendiada, aunque banderas inglesas ondeaban en la zona. Al llegar al Canal de Inglaterra hasta el continente Ofelia tomó el cuerpo del gato y subió al Wulfzee, con la Chincheta Tytálica y se marchó hacia Crintera con los peones de Animal para que allí la ayudasen a revivir al animal y, luego, nos reuniríamos en Nápoles así que, nosotros, descendimos por la costa de Francia hasta el norte de Iberia. No nos detuvimos en Lisboa sino que continuamos nuestra travesía sin más incidente que los insultos de algún navío de infieles con los que nos cruzábamos y llegamos a Barcelona sin que tuviésemos problemas.

En Barcelona fuimos a la Alianza del Gallo de Plata, con la intención de hablar con Lady Farusca, pero nos dijeron que no estaba y, en su lugar, se nos presentó un tal Franz Severel, un Jerbiton bastante poco amable a mi parecer. Hablamos con él, pero la mayor parte de las cosas que queríamos hablar con Farusca, como la negociación sobre una tarea que nos había sugerido en nuestra última visita, eran desconocidas para él, así que nos instó a venir al día siguiente.

El día siguiente estuvimos hablando con Farusca y nos hizo una oferta. Su petición era que nos dirigiésemos a la Alianza de Verdomo, en el Tribunal de Tebas y descubriésemos todo lo posible sobre los magos de allí, su número, su poder, sus afinidades y especialidades y toda esa clase de información. Pedimos pensarlo y responderle al día siguiente. Samael permaneció un tiempo más allí, hablando con ella sobre el mensaje que le habíamos llevado nosotros cuando le conocimos y, en el cual, estaba la declaración de la Guerra de Magos de Damagus ex Tytalus. Una vez que nos reunimos, Samael y Anwynn nos dijeron que habían notado que Farusca no estaba allí personalmente, sino que era una imagen mágica. Eso nos hizo sospechar, así que pensamos que podría estar pasando algo extraño, de modo que había que descubrir cosas sobre el tal Franz Severel.




Por la mañana del tercer día, Anwynn cambió nuestros aspectos y nos dividimos para recoger información. El merinita y Samael fueron a curiosear entre los supuestos "eruditos" de las cercanías de Barcelona mientras yo, con aspecto de diácono cristiano, me encaminé a la Escuela Catedralicia donde hablé con algún profesor que me indició que Franz Severel suele ir en ocasiones allí pero que se le veía más frecuentemente en el barrio comercial. Precisamente en ese barrio, conseguí encontrar al propio Severel, que estaba en la Lonja, haciendo negocios. Yo fui directamente a hablar con él, pero no conseguí sacarle información de utilidad. Anwynn y Samael, en cambio, descubrieron la clase de negocios e influencias que el Jerbiton práctica, sobretodo, con pesca, sal y especias del oriente. Sin embargo, a algunos de nosotros nos preocupa la posibilidad de que le haya pasado algo a Farusca y que este Severel esté haciéndose pasar por ella con su magia.

Volvimos a la Alianza de Barcelona, y yo llevaba una manzana conmigo. Cuando hablamos con Farusca, le lancé la manzana y resultó que el Maestro Anwynn y Samael tenían razón y era una ilusión mágica, puesto que la imagen, desapareció. El criado que estaba allí nos puso excusas, pero yo le exigí que, como magos, queríamos hablar con nuestros iguales, y no con lacayos de modo que se marchó y, en su lugar, vino el autócrata quien nos explicó que Farusca no podía atendernos y el Maestro Pèrle le dijo que nuestra respuesta a su propuesta era negativa y nos fuimos. El Maestro Pèrle se enojó mucho conmigo por mi actitud en el Gallo de Plata, pero yo opino que, como magos, se nos debe un respeto por parte de nuestros sodalis y no tenemos porqué tolerar una actitud despectiva o que se nos trate como a gente iletrada e irrelevante. Y si no se dirigen a nosotros con la deferencia y cortesía debida, nosotros no tenemos porqué tratar con criados y gente baja. Pero mis explicaciones no parecieron suficiente justificación para él y causóle grande enojo



Partimos, de nuevo, con destino a la ciudad de Nápoles, en Italia. Nápoles es una ciudad muy grande, en una hermosa bahía. Está en la italiana tierra de la Campania y tiene muy cerca la isla de Capri, que era la residencia de descanso de los emperadores de los romanos. Me han dicho que es la ciudad más habitada de la cristiandad y, en efecto, es una urbe muy grande y populosa. En la bahía nos esperaba el Wulfzee, que nos había adelantado y nos contó Ofelia lo que había descubierto después del ritual en el que se había resucitado la gata de Félix pero que no contaré ahora, sino más adelante.




Recibimos un mensaje rudimentario firmado por con el nombre de Damagus, en el cual, nos pedía que todos los miembros de la Alianza de Auriga Maris acudiese a una plaza de la periferia de la ciudad poco antes de ponerse el sol. No nos pareció prudente marchar todos los magi allí dejando el Odín de modo que se quedó Lady Ofelia y marchamos con algunos custi al lugar de la cita, bastante suspicaces.

El lugar era una plaza, de un barrio bajo y muy vulgar en el que había mujeres de moral distraída que llámanles “rameras” los ingleses y bergantes varios, pero, a medida que llegábamos a la plaza, las calles se despejaron. Mientras esperábamos, un tipo se nos acercó, con acento extranjero, tal vez alemán y nos preguntó si éramos los miembros de Auriga Maris. Le respondimos que sí, pero él insistió en que faltaba un miembro, una mujer. Pèrle le dejó claro que estábamos los que estábamos y que exigía hablar con Damagus, ante lo cual, el hombre se retiró, diciendo que iba a buscarle. Pero los maestros Anwynn y Pèrle vieron que había movimiento de gentes apostándose en los alrededores de la plaza, que ahora estaba en tenso silencio y desierta salvo por nuestra presencia. Varios hombres armados nos estaban rodeando desde varias de las callejuelas retorcidas y comenzaron a atacarnos. Nuestros hombres se deshicieron de algunos asaltantes, aunque ya teníamos a dos heridos asaetados entre los nuestros y pero una flecha me golpeó a mí en el pecho. Samael quiso que nos refugiásemos en una casa, así que los custi echaron la pared abajo y entramos allí. Como Pèrle se negaba a entrar y yo temía por su vida al ser el único objetivo en la calle, le tiré fuerte de la capa para hacerle pasar al interior con tan mala suerte que se calló y se hizo una brecha en la cabeza del golpe lo que aumentó su ira. Yo cerré puerta y ventana con mi magia para que, los malandrines que intentaban asesinarnos, no nos alcanzasen. Luego, el Maestro Anwynn hizo una vía de escape por la pared trasera y conseguimos salir a otra calle por la que comenzamos nuestro regreso haciéndonos invisibles. Unas calles más abajo, encontramos al capitán Skadi con la turba completamente armada que venía a nuestro encuentro. Mandamos a los heridos al barco y encabezamos el contraataque. Los tipos se habían replegado, pero conseguimos capturar uno, que nos llevamos al barco.

Una vez en el Odín, y mientras me atendían la herida, Ofelia nos contó que el almirante Knut y Muh, el cartógrafo, habían notado que Gordakus se comportaba de manera extraña, y ella descubierto que Gordakus no era realmente Gordakus, sino un hombre con un anillo mágico para engañar a los sentidos. Le había interrogado y descubierto que nuestro autócrata había sido secuestrado en un almacén que ahora estaba abandonado y que un hombre con acento extranjero le había dado el anillo para que se hiciese pasar por Gordakus. También descubrimos que, la caja que portábamos desde la Alianza de Val de l'orde hacia el Tribunal de Tebas, nos había sido robada, dado que el impostor había ordenado que se descargase sin que nosotros supiésemos de este hecho hasta que ya era demasiado tarde.


Nuestro autócrata había sido secuestrado, a nosotros se nos había tendido una emboscada en plena ciudad de Nápoles, nos habían robado la mercancía de nuestra misión hacia el Tribunal de Tebas y alguien nos conocía lo suficiente como para usar el nombre de Damagus como cebo. Pero la noche no había hecho más que comenzar...


(CONTINVABIT...)
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